10 ene 2022 ¿Qué Puigdemont vendrá?
El futuro nadie lo ha visto pero Carles Puigdemont ha sugerido, celebrando su 59.º cumpleaños en las redes, que el retorno “a casa” podría ser un acontecimiento de este 2022 que hemos empezado. El hipotético final del exilio del president del 1-O alimenta todo tipo de especulaciones sobre su papel como líder de Junts per Catalunya, la formación que impulsó después de la fallida creación de un movimiento amplio bajo una marca de resonancias unitarias, la Crida.
Algunos de los suyos quieren que Puigdemont se dedique exclusivamente a presidir el llamado Consell per la República, organismo privado que propugna mantener la confrontación con el Estado y que lanza mensajes de desobediencia. Como es sabido, ERC ha marcado distancias con esta entidad, que ve como una pantalla al servicio, sobre todo, de la táctica de Junts. Por otra parte, el Govern Aragonès –con consellers junteros– está lejos de cualquier voluntad de “desbordamiento” en la calle y apuesta por el gradualismo y por la mesa de diálogo con el Gobierno.
La sucesión en Junts no sería un proceso fácil vistas las aspiraciones de figuras del espacio
¿Cuál es el Puigdemont que podría tener más futuro si puede regresar a Catalunya? ¿El de una figura más o menos simbólica que pretende estar por encima de los partidos o el de un líder fuerte vinculado al conglomerado de Junts? Todo el mundo sabe que el de Amer no es un hombre a quien gusten las servidumbres orgánicas, eso ya se vio cuando era alcalde de Girona. Para reconectar claramente con el concepto de “president legítimo”, que los suyos utilizaron durante la primera etapa del exilio, Puigdemont debería abandonar la dirección de Junts y dar un paso al lado, un gesto que tendría repercusiones imprevisibles en un espacio que, hasta ahora, ha estado marcado por tres constantes: las discrepancias internas, la complicada cohabitación de egos y el papel arbitral del president en el exilio, que ejerce como primus inter pares reconocido y escuchado por todas las familias de la organización.
Si Puigdemont pasara a ser un militante de base de Junts, se abriría la caja de los truenos de la sucesión del líder de la fuerza que disputa a ERC el primer lugar del independentismo institucional. No sería un proceso plácido ni fácil, vistas las aspiraciones de varias figuras notables de este ámbito, y vistas las sensibilidades disonantes que conviven bajo un mismo paraguas. Dicho esto, todavía hay otro factor a tener muy en cuenta: las bases de Junts tienen vida propia y pueden crear escenarios no contemplados por la cúpula, como se comprobó en las primarias que ganó Laura Borràs, una competición a la que el candidato de Waterloo –el tranquilo Jordi Puigneró– no llegó a presentarse, para evitar el batacazo. Eso inquietó a más de uno.
¿Qué tienen en común Laura Borràs, Jordi Sànchez, Elsa Artadi, Jordi Puigneró, Albert Batet y dos independientes destacados de Junts como Jaume Giró y Victoria Alsina? Probablemente, solo la lealtad a Puigdemont.