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Francesc-Marc Álvaro | Més enllà del cinisme
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03 oct 2011 Més enllà del cinisme

Escucho unas palabras que ayer dirigió Pérez Rubalcaba a la militancia: «Lo único que recortaré es el discurso que estoy haciendo ahora, nada más». La audiencia aplaudió enloquecida. Después, pienso en lo que recordó el otro día González desde Sant Benet de Bages, durante la jornada de reflexión organizada por Esade: «Gobernar es administrar expectativas». Suerte que el primero se hizo mayor a la sombra del segundo, gran líder jubilado que ahora sale en apoyo de un viejo amigo. ¡Suerte que debió de aprender de él alguna lección! Los signos que nos llegan son preocupantes. La campaña electoral que tenemos cerca será una apoteosis del cinismo, que quizá superará todo lo que se ha visto en las últimas décadas en las Españas.

¿Qué significa que el candidato socialista no recortará nada? ¿Cómo se puede violentar con tan mala fe la realidad al vender una propuesta política que se pretende mayoritaria, central y seria? Como titiritero mayor, Rubalcaba ha sido admirable, pero como cabeza de lista y presunto líder se le adivinan todas las costuras y le chirrían todas las soldaduras. Si usted, amigo lector, tiene pensado dar el voto a los socialistas, analice cómo se le queda el cuerpo después de oír que el capataz no recortará nada de nada si llega a la Moncloa. Lo peor no es que un político trate a los ciudadanos como imbéciles, lo realmente grave es que estos lo acepten sin más y que, para agradecerle tanta consideración, le regalen el sufragio. Ya lo sé, por descontado: Rajoy tiene una actitud equivalente a la de su adversario, cuando calla sobre todo lo que quema o al permitir que sus correligionarios aleccionen sobre ajustes mientras la gestión de diversas autonomías del PP no es precisamente ejemplar.

Hannah Arendt, hace muchas décadas, hizo la pregunta perfecta sobre el caso de que nos ocupa. «¿No es la acción política, al menos en nuestro tiempo, precisamente una muestra del fallo de todos los principios, de manera que, en vez de proceder de uno de los muchos orígenes posibles de la convivencia humana y alimentarse de sus profundidades, más bien se adhiere de manera oportuna a la superficie de los acontecimientos cotidianos y se deja llevar por ellos en múltiples direcciones, elogiando hoy siempre lo contrario de lo que ayer sucedió?». La paradoja irritante es que parte de los mismos que ahora exigen que la política se rearme para frenar las influencias turbulentas de unos mercados globales que superan las viejas lógicas no ven, en cambio, extraño que Rubalcaba o quien sea prometa lo que no podrá cumplir. Mucho más que la voracidad de los mercados, lo que debilita la política actual son actitudes hipercínicas como las de los candidatos del PSOE y el PP.

Administrar expectativas. González tuvo que ascender a la gloria y caer a los infiernos para alcanzar la lucidez. El precio que él pagó no fue bajo. El que pagó la sociedad tampoco lo fue.

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