07 nov 2011 Sort de la Motis
El sábado no asistí a ningún acto electoral, preferí acudir al Coliseum a escuchar a Andrea Motis, la jovencísima estrella de jazz que consigue hacerte olvidar, por un rato, los inquietantes augurios económicos del profesor Niño-Becerra y las indigeribles dosis de cinismo de ciertos candidatos y candidatas. Con sólo dieciséis años y rodeada de maestros como Joan Chamorro o el gran Ignasi Terraza, esta chica formada en la Sant Andreu Jazz Band (¡bravo por el excelente trabajo!) nos condujo al territorio de la felicidad pura, no la que quiere vendernos Rajoy cuando promete que «seremos felices» si él gobierna, sino la que proviene del arte que quema. En la platea, vi al president Maragall, y eso me hizo pensar –quebrado como estaba por la voz de la Motis– en algunas cosas que tienen y no tienen que ver con las elecciones.
Y pensé en la Assemblea de Catalunya, el organismo unitario de la oposición a Franco, que nació hace cuarenta años y que hoy será recordado en un acto en la iglesia de Sant Agustí Nou. «Llibertat, amnistia i Estatut d’Autonomia» fue el grito de aquellos años. Ahora, un colectivo impulsor de una nueva Asamblea quiere actualizar el último concepto del eslogan y poner la «independencia». De la nostalgia al sueño, un periplo legítimo, quizás necesario. Pero no debe obviarse que, el 20-N, los indígenas daremos la mayor parte de nuestros votos a Rubajoy. «Somos un país raro de cojones», sentencia un padre de la patria. Tiene razón. Por suerte, de vez en cuando, también brotan flores de luz como Andrea Motis.