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Francesc-Marc Álvaro | Ser o no ser enemics
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27 feb 2012 Ser o no ser enemics

No estoy muy seguro de que el jefe de Policía que identificó a los manifestantes de Valencia como «el enemigo» sea sólo una excepcional y pintoresca disonancia en la España de hoy. Si este funcionario encargado de la seguridad de los ciudadanos dice lo que dice, quizás es porque el hombre contempla un panorama que le anima a mostrarse más sincero que un concursante del programa Gran Hermano. Hay algunas situaciones oficiales que abonan la actitud de este ex miembro de la Brigada Político Social. Sólo hay que fijarse un poco en algunas noticias de esta semana.

ERC es un partido democrático de larga trayectoria, pero el PP considera que no lo es bastante porque ha vetado la presencia de Alfred Bosch en la comisión de Secretos Oficiales del Congreso de los Diputados, en representación del grupo mixto. El problema, según parece, es que ERC defiende la independencia de Catalunya y eso convierte a sus cargos en elementos sospechosos por defecto. El contrasentido es monumental: los republicanos se pueden presentar perfectamente a las elecciones de acuerdo con las leyes del Estado español, pero, de facto, se les aplica un tratamiento discriminatorio que tiene un efecto devastador en la credibilidad del sistema democrático: lo convierte en un artefacto arbitrario que abjura del pluralismo y que revienta por dentro las reglas de juego. Cuando el PP impidió que Amaiur tuviera grupo propio en la Cámara Baja fue una vulneración similar de las normas, entonces argumentada tácitamente por la existencia de ETA. En el caso de ERC, aducir la violencia es todavía más absurdo dado que, afortunadamente, en Catalunya no ha arraigado ningún grupo terrorista desde la transición.

Mientras un partido democrático que representa a una parte de ciudadanos es tratado en Madrid como si fuera el enemigo, hay un supuesto sindicato de funcionarios llamado Manos Limpias que, liderado por un ultraderechista, se dedica sin ningún problema a impulsar numerosas acusaciones particulares contra quien sea, desde el político vasco Juan María Atutxa y otros miembros de la mesa del Parlamento de Euskadi hasta el juez Garzón, pasando por Iñaki Urdangarin o el programa infantil Los Lunnis. En su web se pueden leer cosas como estas: «Entendemos que en estos momentos, nuestra nación necesita que todos los españoles de bien, que creemos en la honradez y el trabajo, en la igualdad de todos ante la ley, en la justicia y en definitiva en los principios y valores de nuestra Constitución, demos un paso adelante en defensa de aquello que amamos y actualmente peligra por el auge nacionalista: España». Nuevamente, bajo esta prosa del 18 de julio late el concepto «enemigo», lo que durante cuarenta años se llamó «la anti-España».

Una democracia donde pensar diferente te convierte en enemigo es un fracaso, una tragedia y una seria amenaza.

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