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Francesc-Marc Álvaro | Bausset i el respecte
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08 jun 2012 Bausset i el respecte

Cuando uno se muere, no debería soportar ciertas cosas. Uno ya tiene bastante trabajo marchándose de este mundo y pasando por -eso dicen algunos- aquel largo pasillo al final del cual quizás hay una luz muy blanca. Cuando uno se muere -y morirse es un ejercicio que, poco o mucho, a todos nos concierne- no puede defenderse de las arbitrariedades o -ya me perdonarán- putadas que se le puedan hacer. Cuando uno se muere, la última cosa que debería pasar es que las administraciones se dedicaran a tomar el pelo al muerto y a sus allegados. De las instituciones democráticas debemos esperar unos mínimos elementales por debajo de los cuales todo se hunde. De respeto y de sensibilidad hacia el ciudadano que ha dejado de respirar. Unos mínimos muy mínimos, que son de sentido común pero que siempre hay quien los olvida.

El último caso que he conocido de falta de respeto, sensibilidad, delicadeza y sentido común de unos gobernantes en el trato a un difunto y a sus familiares es el del pésame oficial por el deceso, a los 101 años de edad, de Josep Lluís Bausset, histórico referente valencianista y demócrata, profesor humanista y polifacético militante de la causa de la lengua, la cultura y la libertad en el País Valenciano. Hay que recordar que Bausset, a quien su amigo Joan Fuster denominó l’home subterrani, estuvo comprometido toda su larga y fecunda vida en la recuperación y proyección del valenciano o catalán, llamen como quieran a nuestro idioma, gracias al cual mis palabras de raíz vilanovesa no son nada extrañas en la Alcúdia de este homenot. Pues resulta que el presidente de la Generalitat valenciana, Alberto Fabra, escribió un telegrama de pésame a los familiares de Bausset sólo en castellano o español, llámenlo también como deseen. La familia del ilustre ciudadano hizo lo único que se podía hacer: devolver el telegrama.

Atención: la familia Bausset no tiene nada contra el castellano o español como no lo tenía tampoco el eminente intelectual y político fallecido. El problema no es que el telegrama de pésame de Fabra esté escrito en castellano o español sino que nadie de la presidencia de la Generalitat valenciana haya pensado que -en este caso más justificadamente que nunca- tocaba usar la lengua de Ausiàs March y no otra, por muy oficial que también sea en la Comunidad Valenciana, para decirlo con ortodoxia constitucional. Pónganse en el lugar de los parientes de Josep Lluís Bausset: si sucede algo tan raro como esto, es que el presidente de tu país quiere escarnecer la memoria del difunto o que es un ignorante. En cambio, fue bien recibido y se agradeció como es debido el telegrama de pésame de Alfonso Rus, presidente de la Diputación de Valencia, que tuvo el detalle de dirigirse en valenciano a gente que piensa y habla en valenciano.

¿Cómo denominar el sectarismo cuando se practica con los muertos?

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