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Francesc-Marc Álvaro | La iaia o l’ambaixada
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01 ago 2012 La iaia o l’ambaixada

Bienvenidos al mes de agosto, queridos lectores. No les prometo que salgan vivos, tal como soplan los vientos de Poniente. La tradición, el clima y la necesidad de ofrecer un cierto sosiego nos obligarían a hablar hoy de la plaga de medusas que da ambiente a nuestras costas, pero no podrá ser. Lo siento mucho. Hay una ley periodística que rige incluso en plena canícula: si el mismo día que nos inquietan las medusas hay una plaga más peligrosa y destructiva, toca abordar esta segunda amenaza. Por eso, inevitablemente, hay que hablar del Gobierno español y de este estado permanente de asedio fiscal en que vivimos.

Coincide el aumento de los peajes en las autopistas catalanas con el anuncio que el Govern de la Generalitat no podrá pagar los servicios del mes de julio correspondientes a las plazas concertadas de geriátricos, centros de discapacitados, residencias de enfermos mentales y entidades de acogida a drogodependientes. El problema de liquidez que tiene la administración catalana para atender a los más débiles de nuestra nación da la medida exacta de la grave operación histórica que impulsa el Gabinete presidido por Rajoy a caballo de la crisis.

Para redondear la ofensiva hay que introducir la duda razonable mediante afirmaciones como la siguiente: «No tienen dinero para los viejos, pero sí lo tienen para las embajadas y los medios públicos de comunicación». Los cerebros de esta guerra pretenden que la señora María piense que la abuela no puede ingresar en una residencia porque el Govern malgasta los cuartos con oficinas en el extranjero. Pero la señora María empieza a ser muy consciente de que el meollo de la cuestión es la enorme diferencia entre lo que pagan los catalanes al Gobierno y lo que reciben a cambio: 16.400 millones, más del 8% del PIB catalán. Déficit fiscal es el nombre oficial. Llamémoslo expolio estructural.

¿Tienen algún problema de liquidez los servicios que atienden a los abuelos, discapacitados, enfermos mentales y drogodependientes de Euskadi? No. Nunca. Viven en otro planeta. Por eso ningún ciudadano vasco (vote lo que vote) piensa que el Gobierno de Vitoria debe renunciar a hacer política comercial y cultural en el mundo global ni teme por los servicios sociales básicos. Se dice que el concierto es una antigualla que no casa con la Europa que está naciendo. Eso ya se verá. De momento, el País Vasco mira la crisis de lejos.

El ministro Montoro comunicó que el Govern recibiría un azucarillo para ir tirando, siempre que se portara bien. Es el guión que ha funcionado hasta ahora. Pero el conseller Mas-Colell no asistió ayer al Consejo de Política Fiscal y Financiera. A veces, lo más pragmático, moderado y razonable es evitar que se te meen en la boca, como diría Mohamed Jordi.

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