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Francesc-Marc Álvaro | De Solidaritat a…
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20 nov 2012 De Solidaritat a…

Estaba decepcionado y muy cabreado con ERC porque había hecho presidente a Montilla y tampoco estaba dispuesto a otorgar su confianza a una CiU que tildaba de miedosa y cagadubtes y que, hasta hace cuatro días, no hablaba nunca de independencia. Entonces, el salto de Joan Laporta a la política le resolvió el problema: Solidaritat Catalana per la Independència (SI) era su opción, un partido que encajaba perfectamente con sus valores y sus necesidades. Porque era una marca fresca y prometía la libertad plena del país sin perder tiempo, sin querer contentar a todo el mundo y sin ambigüedades. Aquel independentismo era el que le hacía falta a Catalunya, con un líder conocido por las masas y un mensaje fuerte, para hablar de tú a tú con España y el mundo. Hace dos años votó con más ganas que nunca.

Él, autónomo que hace lo imposible por sobrevivir, casado y padre de dos criaturas, no fue el único que creyó en aquel proyecto, por eso SI consiguió entrar en el Parlament con cuatro diputados. Tenían buena pinta, parecía que no se casaban con nadie, hablaban con una osadía inusitada y rompían la estampa lamentable del catalán mesell. El resto de formaciones los recibieron con una mezcla de desconfianza y menosprecio. «Era sensacional ver cómo Laporta hacía aquellos discursos encendidos desde el atril», recuerda. Pero su alegría fue muy corta, porque pronto se produjeron fuertes discrepancias internas y el antiguo presidente azulgrana acabó abandonando el grupo y se convirtió en diputado no adscrito, mientras López Tena cogía las riendas de SI con la energía propia de un regimiento de húsares.

Este antiguo votante de Solidaritat tiene muchas dudas de cara al 25. Considera que no se ha convertido en lo que tenía que ser, la punta de lanza del independentismo renovado. «Las malditas divisiones de siempre nos acaban haciendo daño», se exclama ante su mujer, que ya está un poco harta de oírle. Muchas cosas lo descolocan: la firmeza con que Mas ha reaccionado a partir de la Diada, el tono pedagógico y tranquilo de Junqueras, la simpatía que entre algunos sectores genera la CUP… Todo lo tiene muy mareado. Además, aunque admite que López Tena es muy efectivo en los debates, sabe que algunas de las cosas que dice y cómo las dice provocan un rechazo a las tesis independentistas. Ahora estamos ante un momento delicado y no se puede confundir el coraje inteligente con el clásico grito de pit i collons.

¿Volver a votar ERC después de haberse discutido tanto con su gente? ¿Apoyar a Mas porque es atacado por la caverna de manera indigna y creerse que los convergentes han cambiado de arriba abajo? ¿Escoger la papeleta de la CUP, que aspira a representar la voz pura del pueblo, pero con la cual sólo coincide en la voluntad de independencia? Repetiría el voto a SI por Núria Cadenes, que le merece mucho respeto y es la tres de la lista por Barcelona, pero ha de tener en cuenta muchas otras cosas. Se siente un poco huérfano y todavía no ha entendido las disputas envenenadas de Laporta, López Tena, Bertran y compañía, un espectáculo que hace daño a la unidad de los soberanistas. En esta línea, tampoco sabe a santo de qué no se ha podido formar un frente por la independencia para estos comicios.

Su perplejidad es muy alta pero no quiere abstenerse ni votar en blanco. Quiere que llegue pronto el día en que «no haya que dedicar más tiempo ni más energía a pelearnos con los poderes de España». Decidirá el voto el domingo próximo, a ras de urna.

 

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