ajax-loader-2
Francesc-Marc Álvaro | Lleis sense ideologia
4812
post-template-default,single,single-post,postid-4812,single-format-standard,mikado-core-2.0.4,mikado1,ajax_fade,page_not_loaded,,mkd-theme-ver-2.1,vertical_menu_enabled, vertical_menu_width_290,smooth_scroll,side_menu_slide_from_right,wpb-js-composer js-comp-ver-6.0.5,vc_responsive

07 jun 2013 Lleis sense ideologia

El ministro de Educación ha reconocido, desde la Cope, que la polémica ley de reforma educativa que impulsa, la Lomce, tiene «algunos aspectos ideológicos en los que legítimamente puede haber diferencias, incluso de un cierto calado», entre el PP y los otros partidos. La afirmación no debería ser noticia porque es una obviedad que cualquier proyecto de ley de cualquier gobierno responde siempre a una u otra ideología. Por lo tanto, ¿qué está pasando? Muy sencillo: los políticos (y también algunos periodistas) utilizan el adjetivo ideológico como sinónimo de otras palabras que describen atributos negativos: dogmático, doctrinario, intransigente, impuesto, etcétera. Según cómo y según cuándo, los ideológicos siempre son los otros.

La ideología sería, desde esta perspectiva errónea, una especie de grano en el culo que le sale a la política, una joroba que denunciamos en el adversario mientras simulamos que nosotros no tenemos. Como pasa con el nacionalismo en el que militan los que se declaran solemnemente «no nacionalistas». Esta criminalización de la ideología es una tendencia típicamente posmoderna, pero tiene antecedentes españoles en aquel diplomático y ministro de Franco llamado Gonzalo Fernández de la Mora que escribió -a mediados de los sesenta- un ensayo titulado El crepúsculo de las ideologías, que no era exactamente un alegato en favor de la democracia. Por cierto, del mismo autor también hay un libro sobre la partitocracia, que parece redactado a medida de algunos populistas que hoy utilizan la palabrita.

¿No habíamos quedado en que la democracia sirve, precisamente, para organizar de manera civilizada la pugna entre ideologías diversas e intereses sociales contrapuestos? Wert no es más ideológico que Ángel Gabilondo, su antecesor socialista, su problema es otro: hace mucho ruido y, además, pretende ganar rápidamente y por KO, en vez de por puntos. Porque confunde mayoría parlamentaria con consenso social.

Cuando Monti fue nombrado primer ministro de Italia sin haber pasado por las urnas, todos nos preguntamos qué ideología tenía el tecnócrata vecino. La tecnocracia acostumbra a venderse como una política sin ideología, extremo que es una contradicción en los términos y, de paso, un insulto a la inteligencia. ¡Ay de los que afirman gobernar al margen de las ideologías! Es desde la ideología que se hacen políticas y se firman acuerdos, como hicieron PSC, ERC y CiU cuando sacaron adelante la Llei d’Educació de Catalunya, en la etapa del tripartito. Los tres no renunciaron a sus principios ideológicos, pero entendieron que debían hacer cesiones para alcanzar un pacto que diera continuidad y estabilidad al marco educativo del país, poniéndolo a resguardo de los cambios electorales. Actuaron con responsabilidad, todo un detalle.

Etiquetas: