02 dic 2013 Protagonista inesperat
Hay carambolas históricas que dan que pensar. ¿Quién iba a decir que sería precisamente ICV quien tendría en las manos la oportunidad de definir los límites de la pregunta de un referéndum sobre la independencia de Catalunya? Resulta irónico: es como si, por la puerta de atrás, regresara un rato la vieja hegemonía del PSUC, tan importante contra el franquismo, durante la transición y en la desaparecida Assemblea de Catalunya. Joan Herrera y Dolors Camats tienen -parece- el pie de rey que servirá para medir las dimensiones prácticas y simbólicas de una pregunta que pueda ser asumida por el máximo de actores. «Una pregunta clara e inclusiva», reiteró ayer Herrera en estas páginas.
Efectivamente. La pregunta debe ser clara, para evitar el lío de las dos consultas en Quebec y porque no se puede tratar a los ciudadanos como si fueran tontos. Inclusiva, en cambio, es una calidad más difícil de definir y aplicar, dado que un referéndum es una elección binaria, entre dos opciones, no es una encuesta ni un catálogo de modelos a la carta. CiU y ERC aceptan esta función especial de ICV, que es, al mismo tiempo, plasmación del apoyo plural al derecho a decidir y asunción de una complejidad social y conceptual evidente. En otra situación, con un PSC menos prisionero del PSOE y más seguro de su federalismo, serían los socialistas los encargados de proporcionar este mínimo común denominador, una posibilidad a la cual Navarro ha renunciado, para hacer seguidismo del Gobierno del PP mediante la sumisión a la lógica de Rubalcaba y el socialismo andaluz.
¿Por qué dar tanta importancia a la pregunta de un referéndum que todo el mundo piensa que no podrá celebrarse? Porque sería el núcleo de consenso básico al cual habrían llegado unos partidos que tienen el compromiso de dar voz a la ciudadanía sobre el futuro de Catalunya. Aunque no se admita públicamente, la única manera que tendremos de contar el apoyo real al proyecto independentista serán unas plebiscitarias y, en este contexto, la pregunta previamente acordada será el eje de un posible acuerdo electoral entre partidos diferentes con un objetivo compartido. La pregunta es pregunta y es también la parte principal del futuro programa electoral del bloque impulsor del derecho a decidir.
La pésima gestión que la dirección del PSC hace del proceso soberanista es una señal de alerta para ICV: pueden dudar pero no se pueden permitir el lujo de desmarcarse, de la misma manera que CiU y ERC no pueden dejarlos fuera. La vieja cultura del PSUC era muy crítica con Pujol pero también podía pactar asuntos de país -como la sanidad- con los convergentes, sin ningún problema. Herrera y Camats, hijos del antipujolismo frontal que forjó el tripartito, deberán correr y sudar para justificar ante su parroquia una foto con Mas y Junqueras en nombre de la democracia. Y a pesar de los recortes.