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Francesc-Marc Álvaro | Liberalisme conseqüent
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28 abr 2014 Liberalisme conseqüent

Aunque la palabra liberal es de las que más significados tiene y más distorsiones soporta, cualquier persona con cierta cultura sabe que, en general y por encima de casos locales, el liberalismo político consiste en ampliar las libertades y los derechos de las personas y de los pueblos frente a todos los poderes que quieren mantener situaciones de injusticia, desigualdad o privilegio. Los principios del liberalismo político implican favorecer el ejercicio de la democracia. Por eso, de manera consecuente, la Internacional Liberal se ha expresado claramente a favor de un referéndum que permita que los ciudadanos de Catalunya decidan su futuro. Ha sido durante el 59.º congreso de esta organización, que agrupa a partidos liberales de todo el mundo y de los cuales forma parte CDC.

La IL hace un gesto importante de apoyo a Artur Mas, una muestra de lealtad que también sería deseable en algún actor más próximo al president; en la retaguardia de Mas hay demasiadas maniobras de finalidad incomprensible, más raras todavía ante unos comicios europeos. La familia liberal reclama que «la UE tiene que ser flexible y fuerte para ofrecer una alternativa viable a aquellos pueblos dentro de la Unión que de manera democrática quieren expresarse». Ni la Internacional Socialista ni la Internacional Demócrata de Centro (los democristianos) han hecho nada parecido. El pensador liberal Isaiah Berlin dice que «en último análisis, el nacionalismo es un efecto de la injusticia» y añade que «la gente se harta de verse despreciada, de bailar al son de una nación superior, de una clase superior, de un superior cualquiera; tarde o temprano, se plantean las cuestiones nacionalistas: ¿Por qué debemos obedecerlos? ¿Qué derecho tienen a…? ¿Por qué no podemos…?» Es lo que ha pasado en Catalunya. Berlin lo escribió en 1991.

El texto aprobado por los liberales pone como ejemplo de procedimiento democrático el acuerdo entre los gobiernos británico y escocés. Es el método impecable para saber qué quiere la ciudadanía. Mientras estas noticias nos llegan, hojeo el libro Junto a la tumba de Larra, de Ernesto Giménez Caballero, uno de los escritores del falangismo español. Encuentro esto: «Escocia, como Cataluña, soñaron grandes cosas en el Romanticismo. Nos dieron grandes escritores. Y mucha poesía y mucha buena mística. Y buenos sustos a ingleses y castellanos». El tiempo pasa, afortunadamente. Aunque siempre hay nostálgicos. Andreu Barnils, de Vilaweb, ha descubierto que uno de los fundadores de Societat Civil Catalana, Javier Barraycoa, es uno de los dirigentes del partido de ultraderecha Comunión Tradicionalista Carlista. Este señor afirma que no vota porque «estoy en contra de las elecciones». En su propaganda ya lo dicen clarito: «Para unirse a SCC no hace falta ser de izquierdas ni de derechas, y tampoco dejar de serlo».

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