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Francesc-Marc Álvaro | Insegura ansietat
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12 may 2014 Insegura ansietat

En campaña, callar o ir más allá del ruido. Contra el alud de propaganda y los discursos prefabricados (sufro mucho por lo que le hacen leer a un señor tan educado como Santi Fisas), busco refugio y luz en los sabios. Releo Postguerra, del imprescindible Tony Judt: «La Europa postnacional, del Estado del bienestar, cooperante y pacífica, no nació del proyecto optimista, ambicioso y progresista que los euroidealistas de hoy imaginaron desde la pura retrospectiva; fue el fruto de una insegura ansiedad. Acosados por el fantasma de la historia, sus líderes llevaron a cabo reformas sociales y fundaron nuevas instituciones como medida profiláctica para mantener a raya el pasado». Saboreo la lucidez del historiador desaparecido y constato que el pasado retorna en su peor versión: Putin desafía desde Crimea a esta Europa que tiene un Parlamento con muchos diputados y escasa iniciativa legislativa. ¿Servirá esta foto de pornopolítica, cuando menos, para recordarnos que la libertad siempre está por hacer?

¿Piensan en todo eso los candidatos que aspiran a representarnos en Estrasburgo? Les querría ver llevando la bandera de la insegura ansiedad que describe Judt, con más humildad y menos demagogia. Todos no son iguales, claro está. No caigamos en el populismo de decir que todo el mundo es como Valenciano y Cañete. En Catalunya, hay más variedad y más contención quizás porque Europa siempre ha sido, entre nosotros, una posibilidad más que un estorbo, como pasa en Madrid. En la capital española, los aires de la Restauración todavía perfuman unas clases dirigentes que pensaban que el atajo al mundo global era la guerra de Iraq y las preferentes. Dicho esto, el «más Europa» no nos hará mejores; los catalanes tenemos los mismos vicios que los españoles, sólo tenemos una ventaja: ser conscientes de que hay que repartir el poder de una manera nueva. Las clases medias catalanas tienen un proyecto y las clases medias españolas tienen Rubajoy en la nevera.

Hay que asumir la ansiedad insegura que reconstruyó Europa. Es lo que también puede hacer posible una Catalunya sin corsé y una España que esté al servicio de sus ciudadanos. Como escribe Luis Garicano, «hay que salir de los oligopolios de amigos que se sientan a desayunar y se reparten los mercados».

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