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Francesc-Marc Álvaro | Enyoren el llop
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15 dic 2014 Enyoren el llop

El amigo Jordi Armadans, politólogo, lo ha resumido de manera perfecta en un tuit: «Por todas partes aparecen federalistas y terceraviistas. Innegable: el soberanismo ha espabilado a mucha gente». El proyecto de la independencia reducido por las ansias de algunos a motor involuntario del reformismo españolista, sincero o no. Pero Rajoy, desde La Granja, ha dejado claro que el PP todavía mantiene su estrategia contra la tranquila revuelta catalana. Mientras, como explicaba ayer Manuel Pérez en Economía, el Ejecutivo español estudia una posible quita de la deuda autonómica, que daría oxígeno a la Generalitat rebelde a cambio de incrementar el control de Madrid sobre una autonomía que, a efectos económicos, ha dejado de existir hace tiempo. Ni fuero ni huevo, sólo un flotador que sería un corsé más rígido.

Se hacen federalistas o terceraviistas porque ya le ven las orejas al lobo. Gesto defensivo. En la fábula, el lobo era una amenaza de la que, a golpes de repetición, nadie hacía caso y, entonces, un día -cuando todos dormían confiados- sucedía el susto. El lobo del independentismo fue, durante las décadas del pujolismo, un mero espantajo retórico para ablandar la tacañería del Madrid oficial a la hora de negociar dinero y competencias para la Generalitat. Que viene el lobo. CiU era el cuidador del jardín autonómico y era, al mismo tiempo, el garante contra cualquier tentación secesionista. Recuerden los Juegos Olímpicos de 1992 y el «Freedom for Catalonia», todo pactado. El lobo nunca llegaba a la aldea. Por eso todavía hay quienes esperan que Mas se desdiga de su apuesta soberanista. Por eso todavía hay quienes dudan de la sinceridad de su hoja de ruta y lo repiten a oídos de Junqueras. Ni unos ni otros entienden lo que ha hecho el president.

Hay notables que querrían regresar a los tiempos del cuento del lobo. Siguen hablando de encaje. Pero la cuadratura del círculo es -a día de hoy- más ingenua que la secesión: pregunten a los barones del PP y del PSOE si admitirían más poder y más euros para Catalunya. El viernes se presentó una nueva entidad que lleva un nombre inequívoco: La Tercera Via. Preparan, al perecer, una propuesta. Muy bien. Lástima que, de Granada a la La Granja, de izquierda a derecha, no haya dónde colocarla. Ahora, repentinamente, muchos tienen prisa para reformar España. Democristianos duranistas al lado de socialistas regimentales con ecosocialistas unitaristas e independientes con el Estado en el corazón. Todos ellos parten de una premisa: los catalanes no pueden votar nada sin pactarlo con Madrid y no se pactará nada con Madrid sin que antes lo voten todos los españoles. El bucle que conduce al candado que lleva a la residualización de Catalunya. Una manera elegante de decir que los catalanes no tienen derecho a decidir nada más que lo que les permitan el resto de españoles.

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