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Francesc-Marc Álvaro | El guió trencat d’ERC
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12 ene 2015 El guió trencat d’ERC

La verdad, en política, a veces hace daño. Pero es peor simular que las cosas pasan sin motivo. Llevamos semanas pendientes de las negociaciones entre Mas y Junqueras. El debate sobre lista unitaria o listas separadas nos ha conducido a un callejón sin salida que ha servido -eso sí- para constatar la enorme falta de sintonía entre los dos partidos principales favorables a la independencia. ¿Qué hay detrás de este bloqueo?

Para entender este impasse hay que saber que la dirección de ERC elaboró un guión, después de las elecciones de 2012, que contenía dos objetivos legítimos: forzar la maquinaria institucional para ir a un escenario de independencia y alcanzar la posición dominante (si no hegemónica) dentro del nacionalismo, en sustitución de CiU. La dirección republicana leyó que el ciclo declinante de la federación era una realidad que les permitiría recoger pronto los frutos de una mutación que ha soberanizado a muchos autonomistas. Además, la marca convergente tiene adheridos todos los defectos del establishment. El pacto de gobernabilidad era una apuesta inteligente de Junqueras, que consiguió aparecer como la liebre de un Mas superado por la calle y abandonado por parte de su electorado.

El guión republicano era magnífico. Partía de una premisa que pocos discutían: Mas es un convergente típico que, a la hora de la verdad, será incapaz de plantar cara a las élites económicas y a los poderes del Estado. Las expectativas de la dirección de ERC se basaban en este factor que, paradójicamente, era el mismo que hacía que el Madrid oficial diera por muerto al president. Este guión empezó a resquebrajarse cuando CDC ofreció a ERC una lista conjunta para las europeas, que implicaba que los convergentes asumían la eventual ruptura con Unió. Junqueras se desdijo de esta operación después de haberse comprometido.

La determinación del president a la hora de asumir el conflicto con las élites y con Madrid ha roto el guión de ERC. El 9-N alternativo reventó definitivamente el plan diseñado por el equipo de Junqueras, que se dio cuenta de la capacidad de Mas para conectar con la gente a pesar de ser el líder de unas siglas muy tocadas. Los nervios de Junqueras afloraban. La dirección republicana tenía en la cabeza otro relato: cuando Madrid impida la consulta, Mas obedecerá dócil y será su final. Entonces, deberá convocar unas anticipadas que supondrán la crisis terminal de CiU y la llegada apoteósica de Junqueras al poder.

El no de Junqueras a una lista transversal unitaria proviene de esta ruptura de las expectativas. Y de una incapacidad manifiesta para rehacer el guión ante un Mas que les ha descolocado. Lástima que, para justificar su falta de cintura, los entornos de ERC lleguen al delirio de difundir que Mas es un chantajista y un traidor que tiene un pacto secreto con Rajoy para dinamitar el proceso.

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