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Francesc-Marc Álvaro | Uma, ens has enredat
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13 feb 2015 Uma, ens has enredat

Decían que se había cambiado la cara pero ha sido una falsa alarma. Cosas del maquillaje, al parecer. El asunto ha dado que hablar mucho. Yo también lo haré: mi Uma Thurman es la de la película Beatiful Girls, donde también salía otra musa de mi generación, Natalie Portman, entonces jovencísima. Aquella cinta era de 1996 –han pasado 19 años- y el atractivo de la rubia y del personaje que interpretaba –una tal Andera, que podía volver loco al tipo más tranquilo- impactaron en nuestra condición de mutantes que enfilábamos la selva de la treintena con la extraña sensación de que no éramos bastante jóvenes para saltar alegremente la hoguera ni bastante viejos para simular que ya estábamos de vuelta de todo. El personaje masculino principal de la mencionada película lo hacía Timothy Hutton, que debía asumir definitivamente la vida adulta, presentada como “el gran silencio”. Hacerse mayor no era un asunto estrictamente de tiempo, sino un pacto entre los diversos kamikazes que cada uno lleva dentro. Uma Thurman brillaba en medio de un grupo de hombres-niño que naufragaban sin poder remediarlo.

Siempre seremos amantes de Uma, haga lo que haga (ella y su peculiar maquillador) con su cara. La película pasó, vinieron otras historias, la Portman se hizo mujer, la Thurman huyó y nosotros acabamos superando (o no) los miedos que habían exhibido  aquellos personajes de la gran pantalla. Cada uno hace lo que puede, con su vida y su cara. El filósofo Joan-Carles Mèlich escribe esto: “La cara no és el rostre. El rostre de l’altre desemparaula el jo” Y añade: “El rostre no es veu, és veu”. Lo dice en un libro altamente recomendable que acaba de salir, La lectura com a pregària (Fragmenta Editorial), un volumen de aforismos donde Mèlich tiene el coraje de reivindicar la literatura como purgante. Fijénse: “La moral només veu cares. La cara no té nom propi; és una categoria. Home, dona, casat, solter, divorciat, pare, mare, fill, filla, germà, professor, alumne, homosexual, heterosexual, etc. Habitar moralment el món és aprendre a tractar amb les cares dels altres”. Le preguntaré al profesor Mèlich, cuando le vea, cuál debería ser la ética del maquillador. Y también –ya puestos- la del cirujano plástico.

Que las dificultades de la amiga Uma Thurman pasen a las puertas de nuestro Carnaval es un detalle que la vida regala al columnista para poder recordar que todos aspiramos a tener una máscara más o menos plausible. Podemos crear nuestra máscara o dejar que nos la coloquen los otros, extremo siempre peligroso. Don Carnal agradece que, como ha hecho la famosa actriz durante dos o tres días, todos tengamos la capacidad de generar una cierta confusión. El negocio consiste en recordar al respetable que un día podríamos acabar siendo aquel otro que vive, escondido, dentro de nosotros.

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