11 may 2015 Cobejada per uns i altres
No sé si Barcelona es poderosa –como cantaba Peret- pero es codiciada por las tres grandes corrientes que miden sus fuerzas en estas municipales: el soberanismo, el unionismo y la supuesta nueva política. La noche del 24 de mayo, en función de los resultados en la capital catalana, el relato sobre Catalunya será uno u otro, pase lo que pase en comarcas. Aunque CiU conserve muchas de las alcaldías y ERC y CUP crezcan en varias ciudades, el soberanismo no podrá decir que ha ganado si en Barcelona el alcalde no es Trias. Una paradoja, si tenemos presente que el candidato de CiU ha decidido que la cuestión soberanista tiene un lugar muy menor en el argumentario de su campaña. Es clara la lectura que Madrid y la mayoría de medios harían si Colau supera a Trias: el soberanismo pierde Barcelona y retrocede. “Antes roja que rota”, como antes de la guerra.
Los poderes del Estado saben que ni el PP ni Ciudadanos –a pesar de la subida de los de Rivera- están en disposición de tener la alcaldía barcelonesa y también saben que el PSC ya no es lo que era. El mal menor, visto desde Madrid, es una Barcelona gobernada por Colau con el concurso de las izquierdas varias, porque eso debilitaría a CiU, Mas y todo el soberanismo de cara al 27-S. También incrementaría las diferencias entre convergentes y republicanos. “Hágase el milagro y hágalo el diablo”, decían en tiempos de Larra. Pero hay otra paradoja: Alberto Fernández prefiere tener a Trias de alcalde, como le debe pasar a la mayoría de votantes populares. Voto de orden, aunque lleve estelada.
ERC podría formar parte de un gobierno Trias y de un gobierno Colau, pero Bosch sabe que la segunda posibilidad abriría un boquete de proporciones incalculables en el proceso. Si CiU queda primera, los republicanos podrán argumentar fácilmente el apoyo al convergente. En caso contrario, regresarán fantasmas de los treinta. Uno de los elementos principales que cohesiona Barcelona en Comú es la pulsión anticonvergente, de una virulencia que supera los mensajes más agrios de ICV. Iglesias trata con más respeto a los votantes del PP que Colau a los votantes de CiU, un dato más revelador que los tuits sinceros de una candidata de EUiA en Girona. El líder de Podemos ha entendido el negocio: en Nou Barris se soltó.
El objetivo de Barcelona en Comú coincide con el objetivo de los poderes de Madrid: la destrucción del mayor espacio nacionalista. Nueva política con una meta antigua. El amigo Andreu Barnils se pregunta desde Vilaweb cuántos concejales independentistas lleva Colau, para hacer sumas. Es una pregunta sobrante, cuando la haces a los que no quieren pactar nada con las siglas que articulan una mayoría indispensable para saltar la pared.