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Francesc-Marc Álvaro | Una altra història grega
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03 jul 2015 Una altra història grega

Se habla cada día de Grecia en los medios. Y parece que hay que estar obligatoriamente a favor o en contra de los griegos cuando los griegos están, a la vez, a favor y en contra de sí mismos. Entre 1967 y 1974, Grecia estuvo sometida a la llamada dictadura de los coroneles, dentro del gran tablero de la guerra fría, el mismo que hizo posible que la dictadura de Franco durase tanto y pasase de ser un régimen amigo de Hitler a un gobierno amigo de los EEUU. De aquellos tiempos, recupero una pequeña historia de amor y  periodismo, de política y poesía.

Oriana Fallaci, la gran periodista italiana que nos mostró de cerca a muchos poderosos del siglo XX, aterriza en Atenas el 23 de agosto de 1973 para entrevistar a Alexandros Panagoulis, uno de los principales dirigentes de la resistencia a la dictadura militar, autor confeso del atentado fallido contra el coronel Papadopoulos, que ha sido amnistiado junto a otros opositores. Hablan durante horas, intensamente, la periodista debe tomar un avión para Bonn al día siguiente. Panagoulis es un hombre agotado por la cárcel y las torturas, condenado a muerte por los golpistas y vivo gracias a las presiones internacionales y al miedo de darle al pueblo un mártir. Es socialista y republicano, marca distancias con los comunistas y es hijo de un coronel condecorado. La periodista queda impactada por su carisma: “Hablaba como un líder. Y mientras hablaba, fumaba una pipa que, prácticamente, no se quitaba de la boca. Se hubiera dicho que su atención estaba mucho más centrada en aquella pipa que en mí, y esto le confería cierta dureza que intimidaba, porque no se trataba de una dureza reciente, es decir, madurada en los sufrimientos físicos y morales, sino de una dureza nacida con él”. Después añade: “Al mismo tiempo era atento, amable y quedaba como perdido cuando, en un viraje imprevisto, como gira un fuera borda lanzado en línea recta y que de repente da la vuelta para volver atrás, aquella dureza se transformaba en dulzura: cautivadora como la sonrisa de un niño”.

Oriana y Alekos se enamoran. La Florencia de Maquiavelo, patria de la periodista, es refugio intermitente del héroe, que luce bigote, escribe poemas y es diez años más joven que ella. Sobre él escribe un libro que titula Un hombre. La noche del Primero de Mayo de 1976, cuando la democracia griega ya ha echado a andar, Panagoulis –entonces diputado- fallece en un accidente automovilístico que muchos consideran un asesinato encubierto. Tenía en su poder documentos sobre políticos que habían colaborado con la dictadura. En la primera entrevista que concedió a quien sería su último amor, Panagoulis había dicho “no me hago en absoluto ilusiones de estar vivo el día en que se celebre la victoria, pero creo de todo corazón que llegará a celebrarse este día”.

 

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