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Francesc-Marc Álvaro | Rumba de Pi i Margall
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27 nov 2015 Rumba de Pi i Margall

Leo en este periódico que Xavier Domènech, candidato a las generales de En Comú Podem, dice que él proviene de “la tradición iniciada por Pi i Margall, que considera Catalunya como sujeto soberano que ha de tener la posibilidad de ejercer esa soberanía plena”. Error del cabeza de lista: Pi i Margall es un referente del progresismo en la negra España del XIX pero nunca escribió ni formuló lo que Domènech le hace decir. Para el autor de Las nacionalidades, la soberanía era cosa del pueblo español. Como ha recordado el profesor Agustí Colomines, el catalanismo toma fuerza después de su etapa puramente literaria justamente cuando Valentí Almirall se aleja de Pi i Margall.

El candidato del entorno Colau es experto en movimientos sociales. Para entenderlos bien hay que repasar a fondo la historia, no sea que tengamos la tentación de maquillar el pasado para hacer campaña con la alegría de quien toca una rumba. Josep Termes –que es quien más y mejor estudió el obrerismo, el anarquismo y el catalanismo popular– se refiere a Almirall como un “desengañado de la izquierda y del federalismo español”. Según Termes, “la ruptura pública de Al­mirall con el prohombre del federalismo español Francesc Pi i Margall, a mediados de 1881, facilitó la partici­pación en el Centre Català de los hombres de la revista La Renaixensa, que, temporalmente, vieron desvanecidos los temores de que el nuevo catalanismo se convirtiera en un apéndice de las izquierdas políticas españolas”. De­bates remotos de una actualidad que quema.

Colau hizo una buena campaña. Era una campaña indignada a ritmo de rumba, una música que saca la gente a bailar. Pero eso no quiere decir que la rumba le pegue a todo. Si quieres hacer bailar a Pi i Margall al son de rumba –aunque sea una del mítico Gato Pérez–, es posible que el espectáculo no te funcione. El federalismo español es una noble aspiración que murió con la breve I República. No da para muchas fiestas. No es casual que uno de los padres del catalanismo político de izquierdas fuera un federalista que se dio cuenta de las dificultades enormes de reformar España. Sin el fracaso de los revolucionarios de 1868 y de 1873, quizás no se hablaría hoy de catalanismo. Estos son los vasos comunicantes que Domènech y Colau quieren transitar en compañía de Iglesias, sin parecer que los tutelan desde Madrid. Cuidado: se empieza bailando rumba y acabas marcándote un chotis.

Rovira i Virgili quiso ver en el prócer federalista una especie de soberanía catalana que nunca hizo explícita ni consta en ningún lado. Ya nos advirtió el profesor Isidre Molas que cada uno reedita su Pi i Margall a gusto. Todo el mundo quiere hacer cuadrar al insigne muerto con sus teorías y propagandas. El candidato Domènech realiza un ejercicio de creatividad que tiene muchos precedentes.

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