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Francesc-Marc Álvaro | L’FN i la doble resistència
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10 dic 2015 L’FN i la doble resistència

El triunfo del Frente Nacional (FN) en la primera vuelta de las elecciones regionales francesas ha hecho saltar todas las alarmas. El partido que lidera Marine Le Pen crece y llega en torno al 30%, por delante de la derecha y de los socialistas. Especialmente relevante es la penetración del FN entre los jóvenes (el 35% de los que tienen entre 18 y 24 años) y entre los obreros (el 43%), dos factores que amplían la base electoral de una opción que lleva años sumando apoyos entre los sectores populares; en este sentido, es sabido que barrios enteros de antiguos votantes comunistas hoy son zonas fieles a la ultraderecha populista y xenófoba.

Según los expertos, los atentados yihadistas del 13 de noviembre en París han influido en el resultado pero menos de lo que puede suponerse. Hay una tendencia al alza de Le Pen que viene de antiguo y que tiene que ver con los esfuerzos dedicados a maquillar esta formación (incluida la expulsión de su fundador) para hacerla menos antipática ante sectores sin los cuales la llegada al poder es impensable. Hollande y Sarkozy han apelado a los valores republicanos para plantar cara al FN mientras Le Pen hace lo mismo cuando pide el voto para frenar la inmigración, combatir la amenaza yihadista y desmarcarse del dictado de la UE.

¿Dónde están hoy los valores republicanos? Busquémoslos en algún lugar emblemático de la capital francesa, por ejemplo en el Panteón, verdadero “templo de la nación” donde reposan los huesos de los grandes de la política, la literatura, el arte, la ciencia y los “defensores de los valores republicanos y patrióticos”. Lugar de memoria –para decirlo como Nora– entre los lugares más densos de la memoria colectiva de los franceses, el Panteón es el centro de gravedad de un culto civil que es inseparable de la identidad oficial. En esta identidad –como en toda identidad– el relato del pasado es un fundamento que quiere dar sentido para afrontar el presente. El concepto de resistencia tiene mucha importancia en esta narración, porque quiere subrayar los elementos más positivos de la memoria colectiva.

Hasta el 10 de enero se puede contemplar en el Panteón una exposición dedicada a cuatro figuras de la resistencia contra la ocupación nazi que son presentadas como “referencias clave”. Se trata de Jean Zay (periodista, abogado y ministro de Educación en el gobierno del Frente Popular), Germaine Tillion (antropóloga y escritora), Pierre Brossolette (periodista) y Geneviève de Gaulle (sobrina del general De Gaulle, política y activista social). Los responsables de la exposición escriben que, más allá de sus trayectorias, estas cuatro personas tienen en común “el compromiso en la defensa de la República cuando se instaura el régimen de Vichy”.

En el mismo opúsculo no se esconde la voluntad de conectar un ayer traumático con un hoy inquietante y, por eso, se menciona el atentado contra Charlie Hebdo, cuando las palabras resistencia y resistir aparecieron en varios titulares. “Unas palabras –añaden los organizadores– evocadas también en la manifestación del 11 de enero del 2015 que movilizó a tantos millones de personas en Francia como el desfile de la Liberación de París en agosto de 1944”. Los nazis fueron derrotados, los terroristas islamistas también lo serán, la analogía no puede ser más clara. Contra toda tiranía, la resistencia basada en la unidad y los valores republicanos. Aunque explicar los días de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial sea hablar también de Pétain y de aquella otra Francia que se adaptó a la ocupación, la que colaboró con el enemigo y la que calló. En la tienda del Panteón compro un libro que me llama la atención: Comment parler de la Résistance aux enfants. Es una obra divulgativa que no esconde los detalles más incómodos, un texto que quizás en España no tiene muchos equivalentes. Aquí hay episodios que nunca se acaban de explicar. El otro día, en un debate televisivo, Rivera dijo “los aliados vencimos al fascismo”, una manera de hacer tuning a la historia europea del siglo XX y de olvidar la División Azul.

Pero la visita al Panteón no responde todas las preguntas, claro. Le Pen declara que defiende la República y sus valores mejor que nadie cuando propone ideas simples ante problemas de alta complejidad, recetas que son atractivas para un número creciente de ciudadanos enfadados, electores que estudiaron en la escuela –se supone– el significado de palabras como libertad, igualdad y fraternidad. ¿Hasta qué punto el choque entre los valores republicanos y el programa del FN puede ser borrado por el miedo? El terrorismo yihadista y las excepciones legales que se derivan del combate contra este enemigo diluye las fronteras entre una versión reaccionaria y una versión progresista de los valores republicanos. Entonces, la palabra resistencia aparece como una expresión ambigua que puede significar cosas muy distintas según quien la pronuncia.

Resistir contra el islamismo fanático y armado que quiere destruir una sociedad basada en las libertades y los derechos humanos. Y resistir a la vez contra la ultraderecha que quiere reducir el espacio de las libertades y los derechos humanos aprovechando la presión del terror. Para los demócratas franceses –y los de toda Europa– es una doble resistencia, indispensable.

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