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Francesc-Marc Álvaro | Abstenció convergent
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04 jul 2016 Abstenció convergent

Me llegan datos que apuntan que, el pasado 26-J, de acuerdo con los análisis de algunas secciones censales en localidades catalanas, la abstención del voto convergente fue más que significativa, algo que también tiene relación con la pérdida de votos experimentada por CDC en relación al 20-D. Eso ocurre en algunas secciones censales donde justamente –dato interesante- el voto a Junts pel Sí había sido más alto el 27-S. ¿Por qué se han abstenido votantes habituales de CDC? Averiguar los motivos de los que se quedan en casa es muy difícil.

Hay varias hipótesis: desde la percepción de que no hay posibilidad  de influir –como pasaba antes- en el juego parlamentario de Madrid hasta la fatiga provocada por las reyertas internas del mundo soberanista, pasando por el tipo de campaña y el perfil del candidato, o el cambio repentino del nombre de la lista. Estos electores que se abstienen no parecen contrarios a la independencia, los que lo eran cambiaron de opción en diciembre, cuando todavía tenían a Unió para expresar sus preferencias. La comparativa con las plebiscitarias apuntala este razonamiento. Está claro que el votante de la CiU autonomista de antes no ha esperado a las últimas generales para descubrir que CDC ya no es su oferta.

Estos abstencionistas convergentes no han engordado el voto de ERC, como podría pensarse de manera mecánica. Probablemente porque, más allá de la coincidencia en la meta de la independencia, hay diferencias entre las dos formaciones que no son pequeñas para determinados sectores, que se han visto maltratados reiteradamente a raíz del paso a un lado de Mas y el bloqueo cupero a los nuevos presupuestos. No pienso tanto en la división derecha-izquierda (difuminada temporalmente por efecto de la existencia de Junts pel Sí) sino en otros elementos de cultura política que acaban definiendo campos de pertenencia fuertes. Por ejemplo, el cabeza de lista Rufián expresó que no se sentía lejos de la CUP y el candidato Tardà tiende a referirse a los dirigentes de En Comú Podem como “compañeros”, a pesar de la dura competencia entre comunes y republicanos. Es obvio que un votante soberanista de centro no puede sentirse cómodo con estas manifestaciones, más teniendo en cuenta que la máxima obsesión compartida por los anticapitalistas y los poscomunistas es la desaparición del espacio articulado hasta ahora por CDC y el menosprecio más agrio a su elector.

La refundación que CDC quiere concretar el próximo fin de semana no tendría que prescindir de estos fenómenos, que son el síntoma de algunos de los problemas que debe resolver esta organización. Más allá de liderazgos, de catálogos ideológicos y de familias internas, los que quieren reinventar Convergència deberían pensar que hay un electorado –no una militancia- que corre peligro de sentirse huérfano si las cosas se hacen sólo a medias.

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