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Francesc-Marc Álvaro | Serà indòcil o no serà
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11 jul 2016 Serà indòcil o no serà

La buena noticia del congreso de refundación de CDC es que las bases han decidido dejar de actuar de acuerdo con el gen convergente de siempre y se han mostrado rebeldes, críticas, combativas y vivas. El nuevo Partit Demòcrata Català (PDC) será indócil o no será. Eso es el primer paso –condición necesaria, no suficiente- para crear una nueva cultura política que responda a las necesidades de esta época, que no tiene nada que ver con aquella en que Pujol hacía y deshacía sin ninguna oposición interna. Sólo Trias Fargas y Roca se atrevían a contradecirlo.

El congreso empezó mal. Dos días antes de su inicio, Mas dio una rueda de prensa para anunciar el tándem presidencial, integrado por él mismo y Neus Munté, una comparecencia que desagradó a mucha gente porque negaba –paradójicamente- el estilo abierto y participativo que se quería dar al nacimiento de la nueva organización. Aunque nadie discute que Mas tenga un papel destacado en esta etapa de arranque y que Munté tiene gran valía, es también cierto que las decisiones unipersonales se interpretan ahora como un error y un rasgo dirigista antiguo. La revuelta que provocaron los nombres del partido que había precocinado la dirección expresó que los convergentes se han tomado seriamente la refundación como oportunidad para hacer un partido más democrático, más moderno y que funcione realmente de abajo a arriba. No puedes invitar a la participación y, a la vez, darlo todo por hecho. El estallido del malestar de los viejos/nuevos militantes cambió las previsiones de Mas, que se había imaginado un cónclave que aplicara sin sorpresas su diseño.

Las bases han salvado este congreso porque –aprovechando que el formato asambleario puede ser tan creativo como caótico- han dicho que no querían cosmética ni ser meras comparsas de un aparato y de un líder. Nadie ha podido controlar los debates y han pasado cosas imprevistas. Por ejemplo, se ha conseguido incluir –contra el criterio de Mas- la figura del coordinador general con funciones ejecutivas o que la dirección se vote con listas cerradas pero desbloqueadas, aunque sería mejor todavía poder votar personas individualmente, sobre todo si se quiere que el mérito –y no las fidelidades- sea la pauta para escoger a quien tiene altas responsabilidades. Por otra parte, como ya escribí, es incomprensible que Puigdemont no tenga un papel de relieve en la nueva formación.

El día 23, el PDC deberá elegir su dirección. Será la segunda parte de la refundación y debe poner en primer término caras nuevas que –para entendernos- puedan hablar del caso Pujol sin miedo y con credibilidad. El coordinador que salga escogido será clave para certificar si la transformación convergente es de fondo o superficial. Debe ser alguien con ideas, con ganas de escuchar, que sea flexible y que esté libre de manchas y esqueletos en el armario.

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