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Francesc-Marc Álvaro | Desconsuelo o reencuentro
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07 feb 2020 Desconsuelo o reencuentro

Qué quería decirle y qué nos quería decir? El president Torra, después de recibirle a la puerta del Palau y antes de subir juntos las escaleras hacia el despacho donde tuvo lugar ayer la reunión, quiso mostrar al presidente Sánchez la escultura El desconsol , de Josep Llimona, obra de 1903, dos años después de la primera victoria electoral del catalanismo político, la de la candidatura “dels quatre presidents” en las legislativas del 19 de mayo de 1901. El jefe del Gobierno español llevaba bajo el brazo un documento “abierto” de 44 puntos denominado Agenda para el reencuentro . Torra apelaba al desconsuelo y Sánchez al reencuentro. Símbolos, palabras, sobrentendidos. Desconsuelo versus reencuentro. La política es el arte de fijar un relato que legitime las acciones, aunque son estas las que, a la larga, deben acreditar las palabras (en una sociedad responsable, claro).

En la Moncloa han sido hábiles utilizando la palabra reencuentro , nada ­casual. Aunque Sánchez ha debido admitir que entre el Estado y Catalunya hay un conflicto político, su tesis primera, la del “problema de convivencia”, asoma suavemente detrás de la etiqueta reencuentro. Venimos del desencuentro y enfilamos la vía del reencuentro, este es el mensaje; pero cualquier observador puede comprobar que la crisis catalana es mucho más que un desencuentro, de lo contrario no habríamos llegado hasta aquí. En todo caso, un punto a favor del equipo de la Moncloa.
 

El equipo de Palau ha puesto en primer término una metáfora que cuesta descifrar

 
El equipo de Palau ha puesto en primer término una metáfora que cuesta descifrar. ¿Por qué el desconsuelo? ¿Quizá porque Torra sabía que Sánchez no le presentaría ninguna propuesta concreta sobre el asunto de fondo? El desconsolado vive en la pena y la desesperanza. El mensaje que da el president es contradictorio: te reúnes para emprender un nuevo camino y lo haces subrayando un estado de ánimo que no es el más aconsejable para abordar una tarea de esta envergadura. El desconsuelo permanente te lleva al fatalismo. ¿Tiene eso que ver con que Torra, como JxCat, cree poco en este diálogo? ¿O tiene más que ver con que es un president de salida y que vincula su posteridad a la épica de las pancartas más que al gris de una larga y embrollada negociación?

El panorama real no encaja ni en el desconsuelo ni en el reencuentro. Sánchez afirma que “el camino no será fácil ni rápido, hay heridas muy profundas; pero eso sólo son razones para poner en marcha, cuanto antes mejor, el diálogo entre instituciones”. Una mesa de diálogo exige un poco de fe y un poco de desconfianza, nada en exceso.

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