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Francesc-Marc Álvaro | El intocable y los eventuales
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16 nov 2020 El intocable y los eventuales

Es más que una restitución. El retorno del mayor Josep Lluís Trapero al frente del cuerpo de los Mossos d’Esquadra es una noticia más importante de lo que parece. Si es innegable que el papel dificilísimo de la policía catalana durante el procés mostró los límites estructurales de la estrategia independentista, el hecho de que regrese al mando con todos los honores el responsable de los Mossos en octubre del 2017 es un gesto de gran trascendencia política.
 
Como ya se ha dicho, la sentencia exculpatoria de la cúpula de los Mossos ha abierto muchas dudas sobre el relato judicial que condenó a los líderes del procés , pero también ha dejado bien claro que la policía catalana no estaba al servicio de una secesión unilateral: simplemente hizo su trabajo con proporcionalidad y mentalidad moderna. Trapero encarna la profesionalidad del cuerpo, atacada por algunos testigos manifiestamente hostiles. Por cierto, mientras el mayor Trapero retoma su antigua responsabilidad, el coronel Pérez de los Cobos –que dijo cosas muy graves de los Mossos– está destituido por el ministro del Interior.
 

Los gobernantes podrían ser prudentes si no pueden ser más eficaces

 
Desde el punto de vista institucional, la restitución de Trapero es buena para la credibilidad del autogobierno, erosionada por el desenlace del procés y la gestión de la pandemia. Todo lo que ayude a generar confianza institucional ha de ser aplaudido. Hay que remarcar que los servicios básicos como la seguridad, la salud o la educación deberían quedar siempre al margen de toda sombra de apropiación partidista. Es una obviedad que no está de más, ahora que los gobernantes podrían ser prudentes si no pueden ser más eficaces. Hay que exigir a JxCat y ERC que aparquen los reproches diarios y tengan el detalle de centrarse en las necesidades de la ciudadanía.
 
La rueda de prensa de Trapero el viernes, rodeado de todos los mandos, es una imagen potente en una época marcada por las incertidumbres. Es un servidor público de primer nivel que ha atravesado el fuego judicial y ha salido blindado. Si hoy hay un intocable en Catalunya es Trapero, se lo ha ganado. El jefe de los Mossos hizo una intervención clara, sentida y empática, tras la del conseller Sàmper, a quien alguien tendría que haber avisado de que ese no era su día y, por lo tanto, tocaba brevedad. Los políticos son eventuales y deben saber estar en su lugar, sobre todo cuando no son protagonistas. Tienen la legitimidad que otorgan los votos, pero también llevan fecha de caducidad.
 
El procés sometió la tecnoestructura de la Generalitat a un estrés sin precedentes porque –a pesar de la externalización del referéndum del 1-O– algunas decisiones del Govern solo tenían recorrido si eran aplicadas por la administración autonómica. Pero la fantasía de la desobediencia desde arriba (impracticable) quedó desmentida pronto y condujo el núcleo del procés a un callejón sin salida, mucho antes de la aplicación del 155. En este pantano jurídico-político, Trapero evitó males mayores. Mientras, los eventuales podrían exhibir hoy una pizca más de modestia.

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