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Francesc-Marc Álvaro | Un producto del ‘procés’
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03 dic 2020 Un producto del ‘procés’

Es curioso como algunos relatos falsos se imponen. Por ejemplo, se escribe y se dice que Laura Borràs –flamante candidata de JxCat elegida en las primarias de esta formación– entró en política de la mano de Carles Puigdemont, cuando el expresident le ofreció formar parte de su lista en las autonómicas del 21 de diciembre del 2017. Esta película empieza antes. Los que abren la puerta de la vitrina pública a la profesora Borràs son Artur Mas y Ferran Mascarell, mucho antes de que la antigua Convergència entre en liquidación.
Rebobinemos. Tarde del miércoles 18 de julio del 2012. A pesar del bochorno, se está a gusto en los jardines del Palau Robert. Es un lugar agradable para celebrar la Nit del Pensament, que organiza cada año la Fundació CatDem, con motivo de la entrega del premio de ensayo Ramon Trias Fargas. La CatDem es el think tank de CDC, que dirige el historiador Agustí Colomines, un hombre que fue clave para impulsar lo que Mas denomina desde el 2007 “la Casa Gran del catalanisme”. Esta operación para atraer nuevos activos al proyecto de Mas ha conseguido, en parte, su objetivo. El exsocialista Mascarell es uno de los nombres que se han sumado, un compromiso al que el líder de CiU corresponde cuando lo nombra conseller de Cultura del Govern que forma en diciembre del 2010.

Laura Borràs no será la continuadora de Quim Torra ni es una figura vicaria

Después de los parlamentos de Colomines y del presidente de la CatDem, Joaquim Ferrer, toma la palabra Laura Borràs, conocida en ámbitos académicos y por algunas colaboraciones en radio y televisión. Los organizadores han decidido que sea esta filóloga quien pronuncie el discurso principal, un elogio del ensayo. Borràs se mete al público en el
bolsillo inmediatamente: dice cosas y las dice muy bien, hace las citas que tocan, conecta ideas con eficacia, sabe modular cada palabra y, sobre todo, es consciente del auditorio al que se dirige. El presidente de la Generalitat, que pondrá el punto final a la fiesta, la escucha con interés y con cara de sorpresa. Esa noche, algunos de los presentes están con­vencidos de que ha nacido una estrella. Una estrella política.

Medio año después, Borràs es nombrada directora de la Institució de les Lletres Catalanes, en el Govern Mas que se crea tras los comicios anticipados del 25 de noviembre del 2012. Desde este cargo, Borràs despliega una gran actividad, que difunde incansablemente en las redes. Entiende la gestión como representación. Las irregularidades de las que ahora se acusa a Borràs provienen de esta etapa. Lo que viene después es sabido: cuando el procés colapsa, se convierte en diputada, consellera de Cultura y persona de confianza del president Torra. Es un ascenso fulgurante.

Que sea Mas quien se fija en Borràs para su administración no convierte a la profesora en una convergente al uso. Quizá no le da tiempo a serlo, CDC empieza su voladura desde dentro ese 2012. A diferencia de otros independientes hoy en JxCat, Borràs no proviene de ningún partido, no está vinculada a una cultura política previa, no tiene pasado. La cultura política de Borràs es el procés en sí mismo, en la versión incandescente que le transmite Torra: la inflamación retórica y la sobreactuación del choque virtual. Su relato es el mismo –de momento– que el de Torra, una suma de argumentaciones tautológicas que eluden las lecciones de octubre del 2017 y subliman el voluntarismo. Laura Borràs es un producto del procés.

Dicho esto, Borràs no será la continuadora de Torra ni es una figura vicaria. Su éxito rotundo en las primarias la convierte en alguien que puede hablar de tú a tú con Puigdemont. Su instinto político es evidente y es consciente de su popularidad, por delante del ascendiente de los presos conver­gentes, que habían expresado su apoyo a Damià Calvet. Con el liderazgo electoral de Borràs culmina la disolución del capital­ ­político convergente que se mantenía en JxCat, un exorcismo que se le escapa de las manos a Puigdemont. Veremos qué reflejarán las listas.

Durante la mutación de CDC en JxCat ha pasado algo que se estudiará en las facultades de Políticas: el discurso y la estrategia que exhibe hoy el espacio de Puigdemont es idéntico al de las sucesivas escisiones puristas que sufrió ERC durante su atropellado crecimiento, hasta la última, protagonizada por Joan Carretero, fundador de Reagrupament (partido que acabó integrándose en CDC). Foto final: todo lo que ERC se quitó de encima ha acabado fagocitando la marca posconvergente más grande. El independentismo de las esencias ha entrado en la cabina de mando de JxCat. Waterloo y Jordi Sánchez pensaban que podrían controlar esta tendencia, pero ha resultado que eso es lo que más gusta a las bases de Puigdemont. Por cierto, confundir lo que quiere la militancia y lo que esperan los electores es peligroso (y más en tiempos de crisis).

Borràs es una buena candidata, sobre todo para los que compren la fábula según la cual los indepes auténticos han de imponerse a los indepes dudosos. La paradoja terrible es que JxCat, el día siguiente de las elecciones, solo podrá pactar con ERC, partido al cual acusa –a menudo– de todas las traiciones habidas y por haber.

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