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Francesc-Marc Álvaro | Indecisos y abstencionistas
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31 ene 2021 Indecisos y abstencionistas

Campaña muy ex­traña y elecciones más inciertas que nunca, justamente cuando el futuro parece un bosque más inhóspito. Tras ver el debate organizado el viernes por este diario, me vinieron a la cabeza imágenes sintéticas de pesadilla digital: gente que baila sin música, palabras de plástico que rebotan contra un cristal. Y una primera constatación: nadie de los que aspiran a presidir Catalunya consiguió fijar la pregunta pública que debe organizar la discusión colectiva. Por lo tanto, no sabemos todavía de qué van estas elecciones.
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Cada cabeza de lista dice su copla (mientras el de Vox va extendiendo su rabia trumpista) sin dar con un centro de gravedad. Lo peor son los reproches cruzados a propósito de la fecha de los comicios, un discurso sin recorrido. Por encima de la polvareda de los argumentarios precocinados, veo los tres objetivos que interesan –me parece– a la mayoría: rehacer la con­versación política (eso incluye que los presos del procés puedan volver a casa), recuperar el prestigio de las instituciones de ­autogobierno y forjar grandes acuerdos para hacer frente a la crisis generada por la pandemia, a la vez que se impulsan políticas estratégicas, como las relativas a educación, salud, bienestar y seguridad. Salir de la noria, andar en línea recta.
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Nuestro deber y nuestro derecho es escucharnos a nosotros mismos

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Pasa con las campañas como con las fiestas de Navidad: parece de buen tono cargárselas sin manías. Discrepo. Más allá de la calidad de los políticos que nos piden el voto y del estado de ­ánimo del cuerpo electoral (un cuerpo bastante castigado, si me lo permiten), la campaña es ­necesaria: convierte en ritual el contrato imperfecto entre los ciudadanos y sus representantes. Y nos hacen falta rituales para poner carriles de recono­cimiento y de responsabilidad en medio del caos. Esta vez, además, la campaña será más útil que nunca: hay muchísimos indecisos y aumenta también el número de potenciales abstencionistas. ¿A quién votar? ¿Votar o quedarse en casa? Durante estos quince días, escucharemos promesas, amenazas y eslóganes varios, también mentiras. Nuestro deber y nuestro derecho es, sobre todo, escucharnos a nosotros mismos.

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