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Francesc-Marc Álvaro | ¿Romper la baraja?
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29 mar 2021 ¿Romper la baraja?

La cosa va para largo. Lo más probable es que mañana Aragonès tampoco obtenga la investidura. Junts insistirá en los mensajes que expresó el viernes y los dos principales partidos independentistas deberán seguir negociando. Ya hemos escrito que el bloqueo no proviene solo de la discrepancia estratégica ni de la batalla por el reparto del poder (incluida la gestión de los fondos europeos), como pasa en cualquier gabinete de coalición. El nudo gordo aparece con el cambio de prelación dentro del bloque (ERC avanzó a Junts en las últimas elecciones) y a partir de la necesidad de Puigdemont de asegurarse un protagonismo pseudoinstitucional equivalente al del tándem Aragonès-Junqueras. Este último punto es el más polémico, porque implica hacerse una pregunta que durante meses el independentismo ha eludido: ¿Dónde está y dónde debe estar el centro de gravedad de la política catalana?
 
Para ERC, ahora que tiene la presidencia, está muy claro que el centro de gravedad de las decisiones debe ser el Palau de la Generalitat (en contacto con Lledoners). Para Junts, que no se esperaba quedar por detrás de los republicanos, el centro de gravedad debe triangular sobre Palau-Waterloo-Lledoners, igual que en la etapa de Torra, con la excepción inesperada de la gestión de la pandemia. La triangulación que Junts pretende que ERC acepte pasaría para el denominado Consell per la República, artefacto del cual los de Junqueras se salieron, porque interpretan que se ha convertido en una herramienta de parte del expresident. Todas las familias del puigdemontismo están de acuerdo en apretar las tuercas a sus potenciales socios en este punto, que consideran irrenunciable, porque es la base del marco “legitimista” que va ligado a su proyecto; un “legitimismo” que parece prescindir del hecho que con cada elección se pone el marcador a cero, guste o no. Sin embargo, en la dirección de Junts, no todos especulan con el mismo desenlace.
 

En la dirección de Junts no todos especulan con el mismo desenlace

 
Puigdemont es quien quiere más claramente que este pulso con ERC sea a por todas, sin descartar ir a la repetición electoral. Jordi Sànchez, preso en Lledoners, máximo responsable orgánico y estratega-jefe, tampoco tiene prisa, pero sabe que hay que evitar nuevos comicios, un planteamiento que comparte Damià Calvet, representante principal de los posconvergentes institucionales de Junts, los que valoran más el disponer de cargos en la administración. En tercer lugar, Borràs –perdedora en las urnas y presidenta del Parlament– es partidaria, igual que otros fieles a Torra, de que los junteros pasen a la oposición. El acuerdo de ERC con la CUP –convirtiendo la guarnición del plato en el filete– ha dado alas a los que quieren máxima dureza. ¿Qué orientación prevalecerá? Puigdemont es el líder pero Sànchez es quien escribe el guion, siempre por detrás –inevitablemente– del tacticismo de Waterloo. Romper la baraja o no, he ahí el dilema de Junts.
 
Todos saben que una repetición electoral es un riesgo muy alto. No hay que ser un gurú para decir que, en el caso de nuevas elecciones, la abstención independentista crecería mucho, al margen que ERC y Junts se acusaran cruzadamente del desastre.

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