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Francesc-Marc Álvaro | Llega el Govern ‘3-en-uno’
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27 may 2021 Llega el Govern ‘3-en-uno’

Perdidos en medio de simbologías posnovecentistas polémicas (“levantinos, os pierde la estética”) y protestas a la medida de la me­socracia con mala conciencia (los jóvenes cuperos ocupan la sede de ERC para recordar que el mambo es perpetuo), llega el Govern presidido por Pere Aragonès, sin entusiasmos pero rodeado de discreta expectación. Perdidos en medio de la burbuja que no acaba de pinchar y el realismo que suena un poco a carraca, el nuevo Gabinete autonómico echa a andar, como si las negociaciones extenuantes entre ERC y Junts fueran la pesadilla de una siesta traicionera a la sombra de un algarrobo.
 
El ritual de publicar las fotos de los nuevos consellers en los periódicos es el anuncio de un tiempo nuevo, son los cromos que dibujan el futuro. Miro las caras de los llamados a gobernar como quien lee el poso del café o las vísceras del pájaro. Veamos: las figuras fuertes del nuevo Govern, además del president, son –entre los republicanos– Roger Torrent y Joan Ignasi Elena, el primero porque ha demostrado tener ambición y presidió el Parlament, y el segundo porque le han encargado la complicada gestión de la parcela de violencia legítima que le corresponde a la Generalitat (y porque es amigo de Junqueras, exalcalde y un político vocacional desde que llevaba pantalón corto). Laura Vilagrà –que asume la Conselleria de Presidència– está acostumbrada al back office más que a la vitrina, y ejercerá como fontanera principal de Palau.
 

El centro de gravedad de la política catalana vuelve a ser la plaza Sant Jaume

 
Entre los consellers de Junts, está claro que Jordi Puigneró aprovechará la vicepresidencia a fondo, para hacer de contrapunto a Aragonès y para reforzar su liderazgo en el universo puigdemontista, muy agitado internamente (y fuente de inestabilidades previsibles); el de Sant Cugat era el preferido de Waterloo para las autonómicas, pero no participó en las primarias, ya se veía venir que serían un paseo triunfal para Borràs. El otro conseller fuerte es un independiente: Jaume Giró, que no ha dado el salto a la política para estar callado, aunque deberá calibrar bien su discurso, para no provocar efectos inesperados. Por el tipo de conselleria que asume, Acció Exterior, la profesora Victòria Alsina (también independiente) debería tener bastante peso político, pero no sabemos si querrá o podrá jugar así. Finalmente, me apuesto lo que sea a que el doctor Argimon podría tener recorrido político si quisiera ir más allá de lo sectorial.
 
Pero –como dirían en la sección de Deportes– con una suma de individualidades no basta. ¿Cómo se hace una salsa uniforme, fluida y atractiva cuando tienes materiales tan variados? Aragonès usará –supongo– la batuta y el mortero para el alioli. Un gobierno es un órgano colegiado que toma decisiones de acuerdo con un programa, unas prioridades y un relato. Que sea de coalición no es excusa para que no sea así, o para que cada departamento vaya a su aire, como ocurría con Torra. Aquel Ejecutivo era una reacción (improvisada y precaria) a la respuesta del Estado a los hechos de octubre del 2017, mientras que el nuevo Govern nace en un contexto de reconstrucción, repensamiento y –si se concretan los indultos– distensión. El centro de gravedad de la política catalana vuelve a ser la plaza Sant Jaume.
 
La partitura que tocará la orquesta de Aragonès debe responder una pregunta fundamental: ¿Cuál es el objetivo de este equipo? A mi parecer, es triple, estamos ante un Govern 3-en-uno : ha de hacer frente a la crisis económica y social generada por la pandemia; ha de restaurar el prestigio de la Generalitat como primera administración de los catalanes, y ha de ser el principal impulsor del diálogo político de alto nivel con el Gobierno español sobre el conflicto catalán, para encauzar salidas democráticas, que no serán a corto plazo. Por encima de todo eso, debe transmitir solvencia y dar confianza. No será fácil, claro. Pero no es imposible.

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