10 jun 2021 La nueva etapa y las derrotas
Se dice que estamos entrando en “una nueva etapa”. ¿Seguro? De momento es una percepción, un deseo y, también, una suma de discursos que expresan intenciones desde un tono que huye del choque. La relación –siempre frágil– entre percepción y realidad es la base de la vida política en una democracia. Ahora bien, sobre las percepciones se producen debates intensos y se toman decisiones importantes, un modo de operar que las encuestas pretenden objetivar. El tono es ahora el contenido; dentro de unos meses, habrá que llenarlo con avances tangibles.
¿Qué significa, exactamente, que el conflicto catalán ha entrado en una nueva etapa? Este enunciado engloba tres situaciones simultáneas: la normalización de las relaciones entre el Govern y el Gobierno, la coincidencia de Pere Aragonès y Pedro Sánchez en preservar el diálogo (sin definir, sin embargo, qué recorrido tendrá), y la aplicación de los indultos para los líderes del procés . Es obvio que la salida de la cárcel de los dirigentes independentistas modificará sustancialmente el ambiente que vivimos desde octubre del 2017, como admiten en privado también los que no quieren dar importancia a los indultos. Eso no hace olvidar que hay muchas otras personas procesadas por el 1 de octubre.
Ha empezado la batalla final por la interpretación del ‘posprocés’
Mucha gente celebra este nuevo tono y clima político. Esta calle es muy ancha en Catalunya y hay que aprovecharlo para recoser complicidades. Pero la nueva etapa ha sido recibida también como “una derrota” o “una rendición”, por dos actores muy distintos, lo cual es paradójico. Por una parte, las derechas españolas (más algunos compañeros de viaje) consideran que la Moncloa y el PSOE han cedido a lo que denominan “chantaje” de los independentistas, y presentan los indultos como una ruptura constitucional e, incluso, como un “suicidio” del Estado, en palabras de Aznar. De la otra, Junts, la CUP y la ANC han reaccionado duramente a la renuncia a la vía unilateral que Junqueras ha hecho en una carta publicada en el Ara, donde también escribe que “sería una ingenuidad creer que el diálogo político con el Estado dará frutos tangibles de forma inmediata, pero creer que podemos prescindir de él sería una irresponsabilidad carísima”. El líder de ERC da un paso importante para eliminar la disonancia cognitiva (fabricada también en su día por los republicanos) que debilita la credibilidad del independentismo. Afortunadamente, el Govern hace un esfuerzo por quedar al margen de la disputa.
Centralistas de derecha y una parte del independentismo se sienten amenazados, y se afanan por trasladar a sus parroquias el peligro del marco de la rendición o la derrota. Quiero recordar que Paluzie, presidenta de la ANC, manifestó que los indultos “políticamente nos desarman e internacionalmente son nefastos”. Ha empezado la batalla final por la interpretación del postprocés : la carta de Junqueras tuvo una réplica inmediata de Jordi Sànchez y del grupo parlamentario cupero. En Madrid, esta pugna por el sentido del momento también se da, basta con constatar las opiniones contrapuestas en El País.
Un periódico del País Vasco dio el siguiente titular en portada el martes, sobre la foto de Pedro Sánchez y Aragonès: “Distensión y renuncia a la uniteralidad”. ¿Qué coste tendrán los indultos para el PSOE? ¿Qué coste tendrá el giro posibilista para ERC? Mucho menos de lo que parece en el universo inflamado de Twitter. La gran ironía es que, en la práctica, Junts y la CUP también se han apuntado al pragmatismo, aunque han convertido la reivindicación de la vía unilateral en un factor de distinción puramente simbólico, dado que todo el mundo sabe perfectamente que no han cambiado las condiciones que hicieron imposible este camino. Poner la unilateralidad en el centro es un falso problema, que esconde el reto esencial: el independentismo debe convencer todavía a muchos catalanes y ha de reescribir su guion.