20 jun 2021 Ovnis y lavadoras
Tardará en llegar el día 26, pienso mientras voy por la calle y tengo la tentación de actuar unilateralmente y quitarme la mascarilla antes del momento previsto por las autoridades, que ya podrían haber adelantado la medida a este fin de semana. ¿Cómo será la gente sin bozal en exteriores? Volverán grandes placeres pequeños: pasear luciendo gafas de sol sin que se empañen, andar junto a un amigo sin tener que repetir las cosas tres veces, notar el olor de las mañanas… La mascarilla crea, entre la realidad y nosotros, un teatro de desconfianzas que los neorrománticos llaman misterio y los misántropos celebran como un escudo frente al otro. Algo está claro: la mascarilla ha hecho más prudentes a los empáticos y más salvajes a los vivales.
Se van las mascarillas y regresan los ovnis. Es el signo de los tiempos. Un informe encargado por el Congreso de EE.UU. a varias agencias de inteligencia concluye que no puede afirmarse que los ovnis sean de procedencia extraterrestre ni todo lo contrario. El enigma de los platillos volantes perdura, más allá de la guerra fría y más allá de la pandemia. Sirve para recordarnos que, en época de crisis, hay que poner algunos marcianos en nuestras vidas, para transferir a la dimensión desconocida esos miedos que acumulamos. Pero olvidamos que, llevando mascarilla, todos tenemos el aspecto de habitantes de un planeta remoto de una película de serie B. El selenita es usted.
Con mascarilla, todos parecemos habitantes de un planeta remoto
Pero los ovnis no están solos. Dialogan habitualmente con las máquinas que nos rodean. Lo noté hace unos días, al levantarme a las tres de la madrugada para poner una lavadora, esperando así que la factura de la luz sea menos palo de lo que se avecina. Transitando por la penumbra doméstica, pensé en una pregunta que subrayé en el libro El retorno de los brujos (un clásico que será reeditado en España cuando los de Vox lo descubran): “¿Somos los más interesantes?”. L. Pauwels y J. Bergier se refieren a los terrícolas. No pude responderme. El vecino del tercero segunda emitió varios exabruptos, insensible a la melodía de mi lavadora. Sí, creo que también me llamó marciano, entre otras cosas.