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Francesc-Marc Álvaro | La vida de ellos
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18 jul 2021 La vida de ellos

Un grupo de turistas jóvenes come en uno de los restaurantes de los pórticos de la Boqueria, la mesa afuera, delante de la puerta del establecimiento. Deben buscar lo que las guías de antaño llamaban “el color local”. El mercado de la Boqueria es y no es ya el mercado de la Boqueria, porque el color local se ha convertido en el turismo que se replica a sí mismo, en un bucle infinito que adelgaza la realidad y la transforma en vapor de nada. Son dos chicas y cuatro chicos, los observo desde media distancia. Les acaban de servir la bebida y unos entrantes.
 
Todos, menos uno, llevan en la mano el respectivo smartphone. Se hacen selfies y fotos que no son selfies, y se trabajan el encuadre a conciencia. Desde donde les veo, puedo comprobar que el reto principal de su recreo es conseguir que, en la foto, aparezca la copa de sangría y, tal vez, una esquina del plato. Lo más importante es que aparezca el rostro de quien captura esa imagen para colgarla en las redes, algo que se produce inmediatamente. Lo sé porque el grupo comenta, brevemente, los resultados una vez son hechos públicos en Instagram –intuyo– y redes similares. Como espero a unas gentes para comer y me fascina el espectáculo de la criatura humana, constato que durante media hora larga el grupo no hace más que engordar las redes con fotos de su –iba a escribir– experiencia. Pero no: son imágenes sin experiencia alguna, vacías. Aún no han probado nada de los platos, han bebido muy poco, no han prestado atención al lugar donde se encuentran y, lo que más me inquieta, casi no hablan entre ellos. Intercambian alguna frase sobre las selfies que van pariendo y poco más.
 

El color local se ha convertido en el turismo que se replica a sí mismo

 
De repente, ante este retazo de vida contemporánea, me he sentido como un extraterrestre, un fantasma, un visitante de otra época. He tenido ganas de llorar y de reír a la vez. Y he celebrado, secretamente, que la vida de ellos no es la mía. ­Todavía.

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