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Francesc-Marc Álvaro | Desestabilizados y embotellados
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23 ago 2021 Desestabilizados y embotellados

Marta Madrenas, que es alcaldesa de Girona y diputada por Junts, ha dicho, en un debate en la Universitat Catalana d’Estiu, que es imprescindible que el Gobierno de Sánchez hable seriamente en la mesa de diálogo y que eso se consigue “desequilibrando el Estado español para que sienta la necesidad de tener que negociar”. No lo dijo ningún representante de la CUP sino alguien que, antes de dedicarse a la política, había sido presidenta del Col.legi Oficial d’Agents de la Propietat Immobiliària de Girona. Además, Madrenas es del mismo partido que Puigneró, que ha pactado con el Gabinete central la ampliación del aeropuerto de Barcelona. ¿Cómo se entiende todo esto? Por cierto, Mireia Vehí, cupera, coincidió con Madrenas en el escepticismo sobre la mesa de diálogo.
 
Mientras Madrenas hacía un canto a la desestabilización revolucionaria en un ambiente propicio a las épicas de bolsillo, muchos de sus colegas alcaldes y concejales (de su partido y otros) están pasando unos días nefastos porque se ven desbordados –desestabilizados– por la celebración de constantes botellones nocturnos en sus localidades, ante los que son impotentes, y exigen más apoyo del Govern para garantizar el orden público y el descanso. Por cierto, los botellones están prohibidos en Catalunya y lo que ocurre es tan sencillo como destructivo: las autoridades no pueden hacer cumplir la ley. Pedir el toque de queda para detener los botellones, además de ser una desproporción que los tribunales han tumbado, es la prueba de que mucha gente con cargo desconoce cosas básicas del Estado de derecho.
 

Hay una contradicción entre las servidumbres del realismo y una narrativa efervescente

 
Las dos fotos explican muy bien una de las constantes de la Catalunya de hoy: la contradicción que arrastra un partido de Gobierno como Junts, que debe armonizar las servidumbres del realismo institucional cotidiano con una narrativa efervescente de léxico insurreccional que, a veces, pretende ser más contundente que el de los cuperos. “Desequilibrar el Estado español” se dice como si fuera ir a buscar espárragos trigueros. Se dice con una mezcla de frivolidad, ignorancia y vehemencia que da risa. Y, acto seguido, aparece en la tele un alcalde de un pueblo costero que implora que la Generalitat le ayude a controlar las masas borrachas que han convertido las noches de aquel lugar en una pesadilla. Junts quiere desequilibrar el Estado mientras, como partido que cogobierna el país, no es capaz de asegurar unos mínimos. Interior está ahora en manos de los republicanos y Salut en manos de Junts, pero eso es secundario: la responsabilidad de la confusión es del Govern en conjunto.
 
La frase de Madrenas, lanzada como una piedra contra los socios de ERC, ilumina la precariedad estratégica de un determinado independentismo, que anuncia lo que no hará, como ese fanfarrón de barra de bar que amenaza a todo el mundo y que, a la hora de la verdad, se larga por la puerta de atrás.

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