12 sep 2021 Los que no estuvieron
Un amigo preguntó quién iría a la manifestación de ayer en Barcelona. De los diez o doce del grupo de WhatsApp, solo él ha hecho caso al llamamiento de la Assemblea Nacional Catalana. El resto respondió cosas del estilo “no podemos, estaremos fuera”. En este contexto, la palabra fuera lo dice todo: es inconcreta y genérica, pero sugiere lejanía, distancia, huida. También invita a pensar en un paréntesis. Estar fuera es una manera elegante de no estar allí donde la costumbre te lleva, hacer barbecho sin romper nada, una manera discreta de desmarcarse de ciertas personas, organizaciones y mensajes sin abjurar de la idea. Efectos de la pandemia al margen, los independentistas que no fueron a la manifestación envían un mensaje importante a las entidades y los partidos. Podrían ser mensajes contradictorios, porque tampoco hay unanimidades entre los que no estaban.
Si este cronista fuera un consultor finlandés a quien piden diagnóstico, lo resumiría así: la Diada sufre una crisis de relato, el Onze de Setembre es una jornada en busca de un nuevo autor. Sería extraño que no fuera así. El independentismo experimenta discrepancias estratégicas agudas y, por tanto, cuando sale a la calle no tiene una narrativa clara, capaz de movilizar a todos con eficacia. La discordia, los reproches y las muestras de desconfianza entre las formaciones independentistas son constantes, y el ruido que produce todo eso alimenta el desánimo. Mientras Paluzie y Borràs hablan como si no hubieran entendido nada de lo que ha ocurrido, el Govern Aragonès hace equilibrios imposibles para proyectar pragmatismo a la vez que gesticula para eludir la crítica de los que consumen la metadona de un momento unilateral.
La Diada sufre una crisis de relato, es una jornada en busca de un nuevo autor
Esta Diada ha sido una botella de cava que ha perdido las burbujas. Los restos de una ilusión colectiva que debe reformularse con inteligencia o quedará en manos de los que ven botiflers en cada esquina.