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Francesc-Marc Álvaro | Ayuso y los marcianos
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04 oct 2021 Ayuso y los marcianos

Está claro que la derecha española oscila entre la nostalgia de eso que el maestro Vázquez Montalbán llamó la aznaridad y la pulsión imitativa de lo carca, lo ultra y lo retro. José María Aznar consiguió refundar el artefacto que Manuel Fraga había puesto en marcha durante la transición y aprovechó la erosión del felipismo para llegar a la Moncloa, donde tuvo dos etapas: una de centrismo forzado por los pactos con CiU y el PNV y otra –con mayoría absoluta– de aplicación desacomplejada de las recetas de la FAES.
 
Tras los años de Mariano Rajoy, marcados por un estilo funcionarial falsamente postideológico, Pablo Casado trata de conectar con el espíritu de Aznar para frenar a Vox y llegar a la meta. Pero en medio del exorcismo aparece Isabel Díaz Ayuso, esa afortunada síntesis de Chucky (el muñeco diabólico), la vecina del quinto, Esperanza Aguirre y un trumpismo de zarzuela. La presidenta autonómica madrileña gusta porque a los votantes de la derecha les han entrado ganas de ser gamberros. Liberales nunca hubo en el PP, pronto tampoco habrá conservadores. Lo llaman disrupción. Es el triunfo de la pospolítica.
 

A los votantes de la derecha les han entrado ganas de ser gamberros

 
Casado lo tiene complicado: su rival no teme hacer el ridículo y esta actitud tiene premio. Ayuso juega a parecer un poco friki porque eso le funciona, incluso entre bases del PSOE. Contra el Papa o contra los médicos de la covid, da igual. Lo siento por los que quieren que el PP encuentre a su Margaret Thatcher: tendrán algo más parecido a Jesús Gil.
 
Si Casado pincha, Ayuso está preparada. A efectos de Catalunya, ambos tienen el mismo guion: ganar votos en el conjunto de España a costa de perderlos sin manías en las cuatro circunscripciones catalanas. Eso convierte a los populares catalanes en marcianos, hoy el grupo más pequeño del Parlament, con tres diputados. Alejandro Fernández, su jefe de filas, es un talento desaprovechado. Para la derecha, Catalunya es un enigma que sirve para excitar la libido del votante de las Castillas, Extremadura o Murcia. Recordemos las mesas de firmas contra el Estatut. Tras el cráter creado por Cs y la irrupción de Vox, la irrelevancia del PP catalán es tan clamorosa que uno añora esos tiempos en que sus dirigentes citaban la barba de Cambó para darse pedigrí.
 
Al parecer, algunos jóvenes liberales catalanes (independentistas, incluso) admiran y asesoran a la baronesa. Hay un estilo chulapón que fascina a algunas gentes del Eixample y Sant Cugat, les gustaría imitarlo. Leer a Hayek sin leer también a Isaiah Berlin (y a Ramon Trias Fargas) puede ser nocivo. ¿Entiende mejor Catalunya Ayuso que Casado? Recuerdo ahora lo que explicaba Josep Piqué en el 2003: “Aznar está muy interesado por Catalunya, tiene un interés intelectual en saber qué piensan los catalanes e interpretarlos correctamente”. Era cuando Piqué propugnaba “la normalización” del PP indígena.

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