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Francesc-Marc Álvaro | Las amenazas de ERC
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18 oct 2021 Las amenazas de ERC

Oriol Junqueras ha advertido a Pedro Sánchez que el grupo de ERC podría tumbar los presupuestos del Estado, cuya aprobación depende, principalmente, del apoyo de los republicanos y del PNV, pilares de la estabilidad parlamentaria del Ejecutivo de coalición integrado por PSOE y Unidas Podemos. Miquel Iceta, que es uno de los políticos con más mili que conozco, siempre dice que amenazar es un recurso que debe administrarse muy bien, porque se puede girar en contra de quien lo practica si se limita a hacer al fanfarrón y no cumple lo que anuncia. Si el líder de ERC ha mostrado el botón nuclear de la legislatura (romper las cuentas del Gobierno), debe ser porque está dispuesto a llegar hasta el final en caso de que los socialistas sean demasiado avaros ante las demandas de sus socios periféricos. Pero en ERC quizá confunden el ser imprescindibles con el tener varias alternativas en las Cortes.
 
Desde una perspectiva funcional, el grupo que comanda Gabriel Rufián hace lo mismo que durante muchos años hizo el grupo de CiU, bajo la batuta de Roca, Molins, Trias, Duran Lleida o Campuzano. Durante el pujolismo, a eso se le llamó política del peix al cove , y no era más que ofrecer apoyo al gobierno de turno a cambio de influir en las políticas dictadas desde Madrid y, singularmente, en todo lo que podía acrecentar y reforzar las competencias y los recursos de la autonomía. Al mismo tiempo, los convergentes también destacaron como eficaces inspiradores de decisiones sectoriales vinculadas a la política industrial y comercial, la integración europea o las pensiones. Se hicieron un nombre como lobistas.
 

CiU podía ser aliado del PSOE y del PP indistintamente, Esquerra no posee esta carta

 
Desde un punto de vista conceptual, los republicanos no quieren tener nada que ver con la vieja dinámica de los convergentes en la capital española y eso tiene su lógica. Se trata de evitar diluir su carácter rupturista como defensores de la independencia (y competidores de Junts), aunque, en la práctica, su papel de socios parlamentarios del Gobierno sea equivalente a lo que hacían los de Pujol. Pero estos disponían de una carta importantísima que ERC no tiene: podían ser aliados del PSOE y del PP indistintamente, igual que los nacionalistas vascos. Para CiU y el PNV, las dos alianzas eran opciones posibles, una característica esencial que les confería una fuerza especial cuando se sentaban a negociar con socialistas o populares. El pacto del Majestic, mediante el que Aznar pudo llegar a la Moncloa, solemnizó esta versatilidad de los convergentes, aunque Pujol lo pagó caro en Catalunya. El votante nacionalista veía mejor pactar con el PSOE que con los conservadores.
 
ERC no apoyará nunca un gobierno del Partido Popular (ni favorecerá la campaña de Casado) y eso reduce su capacidad de presión ante el PSOE y abarata el precio de su apoyo. Sánchez lo sabe y Junqueras, cuando lanza advertencias ante una militancia que quiere caña, también.

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