19 dic 2021 Cerca del pozo
La ómicron nos pone cerca del pozo, la cara contra el poyo, clavados contra el vidrio del vacío, las expectativas optimistas se han reventado a ritmo de villancicos. Vuelven las cuarentenas aunque te hayas vacunado, si eres contacto estrecho. Mensajes inciertos de los responsables de la residencia de ancianos que señalan un horizonte complicado para tu padre o tu madre, quizá no podrán salir. Se desconvocan cenas y encuentros, hay que rehacer los planes. El pesimismo adopta las formas silvestres de la costumbre invisible, y el taxista, el barman y la chica del súper se solidarizan con la tristeza que proyectas cuando vas por ahí, con las últimas noticias que da Argimon. Formamos una cofradía mundial de deseos no realizados, de paciencia rota que vamos acumulando a fuerza de rascar la mina del desánimo con las uñas. La vida nos espera, algún día, en algún lugar. Quién sabe cuándo la reencontraremos.
El viejo amigo me dice: “Esto es como una serie de ciencia ficción, no acabo de creer que sea real, pronto hará dos años que vamos con mascarilla y pienso que me despertaré y la pesadilla se habrá acabado”. ¿Es real lo que vivimos o una gran ilusión? Si dudan, piensen en los muertos, en todos los que han partido y no hemos visto, ni hemos despedido como es debido, que han fallecido en soledad, cogidos a la mano compasiva de algún profesional sanitario en una uci cualquiera. Nunca podremos dar las gracias como es debido por tanta ternura vicaria ejercida por las mujeres y los hombres de los hospitales, son la bandera de la civilización allí donde la nada y el miedo se lo tragan todo.
Pensábamos en unas Navidades de resurgimiento y van a ser de repliegue
En Netflix o HBO las temporadas se acaban, todo tiene un desenlace. Con la covid, no sabemos cuándo se escribirá el punto final. Pensábamos que tendríamos unas Navidades de resurgimiento y las tendremos de repliegue. La fatiga y la ausencia de un final nos han convertido en marionetas a merced de azares que los antiguos manejaban con más modestia; somos gente soberbia que cree haber dominado la naturaleza.
No caben teorías: cuando salgamos de esta mierda, no seremos ni mejores ni peores. No hay relato, solo dolor y cansancio. Ustedes pondrán música y abrirán una botella de licor, olvidarán la angustia por un instante. Se abrazarán. Los muertos los observarán con curiosidad, como nosotros miramos las hormigas.