26 sep 2011 On és el PSC Blackberry?
Hay partidos que viven en crisis permanente, como ERC, y partidos que siempre aplazan la crisis, como el PSC. ¿Cómo se lo harán los socialistas catalanes para renovarse sin que se dé un verdadero cambio en las palancas del aparato? El congreso que celebrarán a final de año tiene que terminar con una foto de familia que transmita que los aires nuevos han entrado en la calle Nicaragua y, a la vez, que todo está en manos de los de siempre. El proceso no parece que tenga mucho que ver con ideas ni con estrategias, sólo con la combinación de caras y la conservación de áreas de poder. No es la dimensión ideológica lo que, de momento, organiza las lealtades en el PSC, ni siquiera en aquello que sería un cierto pulso entre los catalanistas y los que han tenido la sartén por el mango hasta ahora. La tensión interior en el socialismo catalán por motivo de más o menos nacionalismo es fruto más de la rondallística de los diarios que de una realidad que apriete; el papel representado por Castells y otros me da, creo, la razón, de momento.
Hay dos fenómenos que me fascinan del actual paisaje del PSC. El primero es el desplazamiento de buena parte de los hombres de la cúpula hacia Madrid, mediante su inclusión en la lista que encabeza Chacón para el 20-N. Montilla y Zaragoza (y seguramente otros como Corbacho y Rangel) cogerán el puente aéreo, y no se sabe si es una jugada maestra para rehacer el socialismo catalán desde Ferraz o una forma como otra de huir y flotar. El segundo es la falta de una candidatura impulsada por alguien de los que fueron bautizados como «generación Blackberry», figuras como Laia Bonet, Rocío Martínez-Sampere o Jaume Collboni. Es cierto que uno de los aspirantes al liderazgo, Joan Ignasi Elena, es un dirigente joven, pero por trayectoria y adscripción al obiolismo no representa el estilo nuevo que, se dijo, querían encarnar mujeres y hombres como los mencionados. En paralelo, y paradójicamente, Chacón se dedica a hacer declaraciones de amor al movimiento del 15-M para captar el voto de los indignados, un gesto que cuesta vincular a Ros, Navarro, Elena o Iceta, y menos aún a quien tiene todos los números para ser el hombre fuerte de la organización como dos, Antoni Balmón, alcalde de Cornellà y uno de los que pueden hablar con todo el mundo.
¿Por qué no dan el paso los que, en su momento, fueron presentados como la savia nueva de un proyecto que representa una parte del espacio central de Catalunya? ¿Falta de audacia o de ideas? El debate va más allá y pone en evidencia uno de los problemas de la izquierda mayoritaria, como es la lentitud y la falta de cintura a la hora de conectar con una sociedad que cambia.
Mientras, CiU, después de pagar caro una serie de años de inmovilismo, entendió que debía poner en marcha la renovación desde los ayuntamientos, operación delicada que contribuyó al éxito de los nacionalistas en las últimas municipales. El PSC Blackberry pía y pinta más en Twitter que en la vida real.