10 nov 2011 Boti, boti, boti!
Cuentan las crónicas que durante un mitin en Málaga, Rajoy ha botado a petición del público, pero no mucho. «Que bote el presidente, que bote el presidente», gritaban las masas con aquella alegría atlética que da formar parte del equipo ganador. El candidato del PP, que venía animado por el resultado del cara a cara, exclamó: «Si me lo pedís, puedo botar, porque estoy en forma, pero no me parece apropiado hacer exhibiciones». ¡Qué tío! ¿Qué significa que no es apropiado hacer exhibiciones? Oiga, maestro, una campaña electoral –aquí y en Lima– es siempre una exhibición, aunque usted ha basado la suya en decir lo menos posible y dejar que el adversario se la pegue. No hay que hacer los numeritos de macho alfa que protagoniza Putin en Rusia, pero tampoco es normal disfrazarse de hombre invisible. Usted, amigo Mariano, ha imitado, desde hace meses, aquel producto de higiene femenina tan conocido: ni se nota, ni molesta, ni traspasa.
Las campañas, desde los tiempos de Cicerón, por lo menos, están pensadas para mostrar los méritos, habilidades y talentos de quien pretende conducir el destino del pueblo. Rajoy, en cambio, es una figura que encarna el vacío, la antimateria, ni la chicha ni la limoná. Las encuestas señalan que este método conseguirá la derrota de Rubalcaba, lo cual no es exactamente la victoria de Rajoy, aunque sí será el triunfo del PP. Hay que afinar mucho para no confundir lo uno con lo otro. Él, el registrador de la propiedad, asegura que está en forma. ¿Ustedes se lo creen?