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Francesc-Marc Álvaro | Estar a l’altura
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04 jun 2012 Estar a l’altura

Ahora no toca. Esta vez la frase no la pronunció Pujol -que la utilizaba siempre que le apetecía- sino Rajoy, al ser preguntado, el sábado pasado, sobre el pacto fiscal en las jornadas del Cercle d’Economia en Sitges. Ante una importante representación del empresariado catalán, el presidente del Gobierno español vino a decir «ja ho trobarem», porque ahora hay mucho trabajo y no nos podemos despistar con las cosas que son únicamente de los catalanes. Nuestros próceres, públicamente, aprueban el discurso de Rajoy. En privado, son más críticos. Por eso, otros empresarios, menos relevantes y mediáticos pero igualmente imprescindibles para el progreso del país, se sienten lejos de estos encuentros.

Hablo con un pequeño empresario del sector de la alimentación y me confiesa que está harto de soportar actitudes anticatalanas. Él elabora un producto de excelente calidad pero, muy a menudo, en las Españas, le dicen sin manías que no le harán ningún pedido a causa de su origen. De eso, me remarca, no hablan mucho en el Cercle. Por lo cual -añade- él ya no teme boicots futuros si es que, finalmente, tiene lugar lo que la prensa denomina choque de trenes a raíz del pacto fiscal. Mi interlocutor sonríe: «Los intereses de mi empresa ya no dependen sólo de España, no tengo ningún tipo de miedo». Hay más empresarios como él, pero no salen en las fotos.

Lo escribo para que, cuando llegue la hora, no se diga que nadie lo vio venir. Tome nota quien quiera: el interés particular de muchos de los que hacen funcionar la economía real y más productiva de Catalunya se está separando a velocidad de la luz de lo que en Madrid aseguran que es el interés general. Esto sí que es un choque de trenes de verdad y tiene que ver con lo que interesa a la gente, para utilizar una expresión típica y tramposa de los que afirman no ser nacionalistas catalanes. Insisto: este movimiento de fondo tiene un alcance que dejará fuera de juego muchos discursos y algunos supuestos consensos con los cuales los partidos especulan hoy mirándose demasiado el ombligo y poco la sociedad.

«No se puede rehuir el debate y demandamos que todo el mundo esté a la altura de las circunstancias». Son palabras solemnes sobre el pacto fiscal de Josep Piqué, presidente del Cercle, exministro de Aznar y alto ejecutivo más que empresario en sentido estricto. Piqué tiene razón, pero hay una previa delicada: ¿quién es el juez que dirá si nuestros líderes están a la altura de las circunstancias? Como soy demócrata y no creo en tecnócratas salvadores ni en asambleas redentoras afirmo que el juez sólo puede ser la ciudadanía llamada a las urnas. Y eso me lleva a recordar que Mas asumió un compromiso claro sobre este asunto. Este es el contrato al cual se debe el president y que -además- responde al interés general de los catalanes.

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