03 feb 2014 Crisi d’identitat
El PP disfruta de mayoría absoluta pero eso no se traduce en un nivel alto de consenso social sobre las políticas del Gobierno, todo lo contrario. De la ley Wert a la reforma de la ley del aborto de Ruiz-Gallardón pasando por el proyecto de ley de seguridad ciudadana, el Gabinete presidido por Rajoy genera una gran contestación social, no únicamente vinculada a la oposición de izquierdas. El hecho es que –como ya tenemos escrito– queda poco del supuesto estilo centrista que tantas veces ha reclamado para definirse el líder popular, sobre todo por contraste con sus adversarios y críticos internos, por ejemplo Aguirre. Siempre y cuando no consideremos que ponerse de perfil ante los problemas sea ser centrista.
Para completar el cuadro, una paradoja inquietante: las iniciativas de los ministros de Rajoy no han evitado que crezca la disidencia del ala dura (por ejemplo Mayor Oreja) ni que aparezca un nuevo partido como Vox, impulsado por varios exdirigentes populares, como Vidal-Quadras. En este sentido, la negativa de la Moncloa a hablar con el Govern Mas de nada que tenga que ver con la consulta tampoco es premiada por los sectores más radicales, que quieren suspender la autonomía.
Desde la derecha, acusan a Rajoy de blando, principalmente por la gestión del proceso soberanista y por el trato a las víctimas de ETA y la política vasca en general. Desde fuera, lo que se percibe es una aguda crisis de identidad de la derecha, asediada por nuevas ofertas como UPyD, Ciudadanos y el mencionado Vox, y puesta diariamente en la picota por entornos mediáticos “amigos”, cada vez más nostálgicos del aznarismo. ¿Qué es, en realidad, la derecha que encarna Rajoy? Hay días en que quiere marcar distancias con el pasado y hay días en que trabaja para volver a 1977. Por encima de todo eso, la crisis y los escándalos de corrupción, como el caso Gürtel o el caso Bárcenas, que debilitan la credibilidad y la autoridad de Rajoy y los suyos. ¿Qué hacer? El equipo de la Moncloa ha decidido confiar en la recuperación de la economía y en la creación de un relato optimista para contrarrestar el populismo reaccionario que ha sido engendrado en el vientre de los mismos populares. La convención que el PP ha celebrado en Valladolid pretende poner en marcha la máquina de la alegría. Prometiendo, si hace falta, bajar los impuestos el año que viene. Como si la gente no tuviera memoria. Como si las últimas promesas electorales no se hubieran volatilizado.
Aznar dio una identidad fuerte a la derecha que, surgida del franquismo, quería gobernar y homologarse. La FAES inicial fue la herramienta de esta operación, que era también un recambio generacional en el poder. Había que dotar de un proyecto a los jóvenes nacionalistas de Aznar que querían sustituir a los menos jóvenes nacionalistas de González. Hoy, el PP vive de los restos de un sueño de laboratorio.