31 ene 2021 Indecisos y abstencionistas
Campaña muy extraña y elecciones más inciertas que nunca, justamente cuando el futuro parece un bosque más inhóspito. Tras ver el debate organizado el viernes por este diario, me vinieron a la cabeza imágenes sintéticas de pesadilla digital: gente que baila sin música, palabras de plástico que rebotan contra un cristal. Y una primera constatación: nadie de los que aspiran a presidir Catalunya consiguió fijar la pregunta pública que debe organizar la discusión colectiva. Por lo tanto, no sabemos todavía de qué van estas elecciones.
 
Cada cabeza de lista dice su copla (mientras el de Vox va extendiendo su rabia trumpista) sin dar con un centro de gravedad. Lo peor son los reproches cruzados a propósito de la fecha de los comicios, un discurso sin recorrido. Por encima de la polvareda de los argumentarios precocinados, veo los tres objetivos que interesan –me parece– a la mayoría: rehacer la conversación política (eso incluye que los presos del procés puedan volver a casa), recuperar el prestigio de las instituciones de autogobierno y forjar grandes acuerdos para hacer frente a la crisis generada por la pandemia, a la vez que se impulsan políticas estratégicas, como las relativas a educación, salud, bienestar y seguridad. Salir de la noria, andar en línea recta.
 
Nuestro deber y nuestro derecho es escucharnos a nosotros mismos
 
Pasa con las campañas como con las fiestas de Navidad: parece de buen tono cargárselas sin manías. Discrepo. Más allá de la calidad de los políticos que nos piden el voto y del estado de ánimo del cuerpo electoral (un cuerpo bastante castigado, si me lo permiten), la campaña es necesaria: convierte en ritual el contrato imperfecto entre los ciudadanos y sus representantes. Y nos hacen falta rituales para poner carriles de reconocimiento y de responsabilidad en medio del caos. Esta vez, además, la campaña será más útil que nunca: hay muchísimos indecisos y aumenta también el número de potenciales abstencionistas. ¿A quién votar? ¿Votar o quedarse en casa? Durante estos quince días, escucharemos promesas, amenazas y eslóganes varios, también mentiras. Nuestro deber y nuestro derecho es, sobre todo, escucharnos a nosotros mismos.