07 feb 2021 El inútil sí sale caro
El peor de todos los populismos es el que practican los que conocen cómo funcionan las instituciones y tienen larga experiencia de gobierno. Por eso hay que mostrarle tarjeta amarilla al cabeza de lista del PSC cuando dice que se bajará el sueldo de president un 30% si resulta investido. ¿Pretende, de veras, rebañar votos con estos trucos baratos de fiesta infantil? Esta casa ya ha verificado que, además, Salvador Illa dice medias verdades al comparar el salario del president de la Generalitat con el de algunos jefes de gobierno europeos. Pero lo más grave de la demagogia en estos asuntos es dejarse en el tintero las cifras del gasto del funcionamiento de la maquinaria que rodea a figuras como Sánchez, Merkel o Johnson: dietas varias, complementos y gastos del cargo asumidos por la administración del patrimonio de cada Estado.
Nerviosos deben de estar los asesores socialistas para meter estos mensajes en la campaña. Esto hay que dejarlo a los populistas del circo, caso de Ciudadanos, que vuelve con la idea de eliminar lo que llama “privilegios” de los expresidentes catalanes, en su obsesión por reducir todo lo que tiene que ver con el autogobierno, salvo en las autonomías donde ellos han conseguido algo de poder. La cuestión ya la despachó Max Weber hace un siglo con claridad: “Toda lucha entre partidos persigue no solo un fin objetivo sino también, y ante todo, el control sobre la distribución de los cargos”. Y más en los partidos de cartón piedra, donde se cobijan muchos de los que buscan una paguita como sea.
Cs insiste en reducir todo lo que tiene que ver con el autogobierno
El sabio alemán también dejó escrito que “si la dirección política es accesible a personas carentes de patrimonio, estas han de ser remuneradas”. Bien remuneradas, digo yo. Soy partidario de que los políticos tengan una nómina congruente con su alta responsabilidad y, a la vez, me gustaría que contáramos con mecanismos eficaces para cesar a los gobernantes cuya incompetencia es más escandalosa. Los inútiles salen caros aunque no cobren ni un céntimo. Porque la primera de todas las corrupciones es la de quien asume responsabilidades que le vienen grandes, sea ministro, conseller o concejal de jardines.