06 nov 2011 Votar Felipe

Ayer, en el mercado, entre el puesto de los garbanzos y el de la carne, escuché a una buena mujer que aseguraba que, el día 20, votaría Felipe González, «porque ahora vuelve a presentarse, para ver si salimos de esta, que ya lo ha dicho él mismo que está en forma, y eso que ya tiene setenta años, el tío». Tal como lo oyen, todavía hay quien cree en milagros. Son los riesgos de sacar a pasear por estos mítines de Dios al viejo líder, al tótem de siempre, al Cristo del Gran Poder. ¿Es bonito, verdad? No osé romper la enorme ilusión de aquella venerable ciudadana y me limité a ponderar el estado de salud de este amante de los bonsais. También –lo admito– me sentí rejuvenecer, porque los morros de Isidoro me recuerdan mis veinte años.

¡El pasado! ¿Quién se acuerda hoy, entre el votante de tropa, de Joaquín Almunia, a quien tocó hacer de candidato del PSOE después de años de felipismo y perder delante de Aznar el año 2000? Por cierto, en aquellos comicios, Narcís Serra estuvo espléndido cuando, la noche de autos, salió para decir, la mar de satisfecho, que el PSC había vencido en Catalunya, mientras Almunia anunciaba su dimisión y los miembros de la dirección federal se cortaban las venas con chapas de refresco. No descarten que Chacón, pensando en el futuro, imite esa escena muy pronto; en la calle Ferraz, mientras, velarán al muerto.

Con el cabello blanco y proclamando que trabaja mucho más que Duran Lleida, el ex presidente es como un cómico suplente en una fiesta mayor de barrio. El PSOE debería tratar mejor su patrimonio.