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Francesc-Marc Álvaro | Europees molt estranyes
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06 ene 2014 Europees molt estranyes

Las elecciones europeas siempre son extrañas y las que tocan el 25 de mayo de este año todavía lo serán más. A pesar del peso evidente de las políticas de la UE en nuestras vidas, la mayoría de ciudadanos ve esta cita con las urnas como algo de segundo orden. Para los grandes partidos, acostumbra a ser como un gran test de cara a las generales, pero está probado que los resultados no acostumbran a predecir mecánicamente el comportamiento de los electores cuando eligen a los que gobernarán en casa. En Catalunya, esta vez, las elecciones al Parlamento Europeo no dejan de ser una especie de encuesta sobre el soberanismo. Los primeros que así lo plantean -lo han advertido hace días- son los partidos unionistas, PP y C’s. Es paradójico que los que más se oponen a una consulta sean los que más ganas tienen de convertir las europeas en un termómetro del apoyo a la independencia.

En el campo soberanista, hay voces que propugnan una candidatura unitaria de todos los partidos favorables a la consulta o, cuando menos, una lista que represente la suma de CiU y ERC con la presencia de independientes y figuras de la sociedad civil. La dirección convergente hace meses que dice trabajar en esta dirección mientras el equipo de Junqueras lo ve con escepticismo, para decirlo elegantemente. En el mundo republicano, hay ganas de medir el crecimiento que todas las encuestas dan a las históricas siglas y domina una idea: una cosa es apoyar al Govern de Mas para fortalecer el proceso y otra sería contribuir a tapar la caída de votos de la federación. Con todo, y al margen de los intereses legítimos de cada formación, es ridículo que, en el actual contexto, CiU vaya a Europa de la mano del PNV, como lo es que ERC vaya de la mano de la coalición Bildu, de la izquierda abertzale. No descubrimos nada si afirmamos que el nacionalismo vasco (el moderado y el radical) no alterará su agenda ante Madrid para favorecer al soberanismo catalán. Una candidatura impulsada por CiU y ERC (con independientes y algunos socialistas rebeldes) daría moral a un sector amplio de la sociedad. Sánchez-Camacho y Rivera tienen más claro que algunos soberanistas que los resultados de las europeas serán leídos -se quiera o no- como un prólogo de las plebiscitarias que Mas contempla si la consulta del 9 de noviembre no se puede hacer.

Para PP y PSOE, todo se reduce a ver a quien lleva menos mal el desgaste feroz de la vieja política, y a comprobar si IU, UPyD y otras opciones menores crecen con tanta fuerza como todas las encuestas auguran. Para unos líderes con la escasa credibilidad de Rajoy y Rubalcaba es una suerte poder hacer campaña sin ser candidatos. Rubajoy vuelve a cabalgar y, en caso de duda, siempre está el caso de Catalunya para motivar a la parroquia. Algunos presidentes autonómicos, populares y socialistas, ya lo han hecho aprovechando el fin de año. Vaya cracks.

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