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Francesc-Marc Álvaro | Tres paradoxes
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09 feb 2015 Tres paradoxes

El Parlament vivirá esta tarde una situación sin precedentes: un president de la Generalitat en ejercicio comparecerá en una comisión creada para investigar la corrupción y el fraude fiscal a raíz de la confesión pública hecha por un expresident. Como ya hemos escrito, Artur Mas debía escoger el mal menor y este es, sin duda, responder las preguntas de la oposición sobre un episodio que judicialmente está abierto. El discurso de la regeneración exige pruebas constantes y más para quienes se han comprometido con el proceso soberanista, aunque todo el mundo sabe que, para determinados partidos, la comparecencia de hoy no tiene nada que ver con la busca de la verdad y es una oportunidad de oro para poner en marcha el ventilador de la basura. Más allá, abordemos tres paradojas que rodean este acontecimiento.

Primera paradoja: Mas tiene que hablar de las sombras de la etapa Pujol cuando él es quien ha roto solemnemente con el pujolismo. La ruptura de Mas con el pasado es doble: ideológica (abrazar el soberanismo) y funcional (cuando coge las riendas del partido cambia a los responsables de áreas gerenciales muy sensibles y acaba con inercias nocivas). Además, las relaciones entre la familia Pujol y el nuevo líder convergente durante los años de la travesía del desierto estuvieron marcadas por un gran distanciamiento. El sucesor, para consolidarse, debía matar al patriarca que le nombró y eso generó tensiones. El papel de Oriol Pujol en la cúpula de CDC transmitía una idea dinástica que no tenía nada que ver con la realidad de un Mas cada vez más fortalecido. Fue un error que el hijo del expresident no dejará todos sus cargos antes. Por cierto, Mas detuvo las obras de la cocina de su casa cuando lo nombraron conseller por primera vez, este es su talante.

Segunda paradoja: La lucha contra la corrupción es un factor fundamental para la credibilidad del soberanismo, lo cual explicaría que ERC haya forzado la citación del president pero, a la vez, los republicanos no quieren tener un perfil demasiado alto en la sesión de hoy, por lo cual no está previsto que sea Junqueras quien intervenga. ERC quiere marcar distancias con CiU pero tiene miedo de pasarse y ayudar a C’s, PP e ICV a convertir la comparecencia en un linchamiento mediático. Una cosa es hacer tuits maldicientes y otra es preguntar al president.

Tercera paradoja: Rajoy no acude al Congreso a explicar nada de Bárcenas y Sánchez-Camacho se niega a dar explicaciones al Parlament sobre el caso Camarga, actitud que no impide que los populares exijan a Mas la transparencia total. ¿Cinismo descarado? No. Es la diferencia entre tener un Estado detrás o no. El soberanismo debe acreditar su pulcritud cien veces, por algo que nos recuerdan los mismos que todavía afirman -pobrecitos- que Jordi Pujol parió el proceso: hay que saber qué es la UDEF y qué es el Ministerio de Hacienda.

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