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Francesc-Marc Álvaro | La criatura de Errejón
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27 sep 2019 La criatura de Errejón

Íñigo Errejón, que fue el número dos de Podemos, ha creado una formación política (plataforma, coalición) y la ha bautizado como Más País. Antes había creado Más Madrid y quizá alguien pensó que el paso siguiente lógico sería Más España, pero no se ha atrevido, él sabrá por qué. El 10-N, los electores de izquierdas encontrarán una nueva oferta, situada intencionadamente entre el PSOE y Unidas Podemos. Vistas algunas alegrías nada disimuladas ante el nacimiento del nuevo artefacto, es evidente que la máxima clásica del poder sigue vigente: “Divide et impera”.
 
Más País tiene, para los catalanes que ya no somos jóvenes, resonancias pujolianas. La desaparecida CiU de Jordi Pujol tenía un montón de eslóganes en que la palabra país era la sustancia. El líder convergente pasó de lo que llamaba “fer país” a “fer política”. Todo esto es arqueología pura, pero sirve para comprender de qué manera las palabras y su significado no se ­crean ni se destruyen, sino que se transforman, como la materia.
 

El impulsor de Más País es uno de los divulgadores que afirman que hay un populismo bueno


 
Por otra parte, Errejón es uno de los divulgadores de las teorías que afirman que hay un populismo bueno, un nacionalpopulismo de potencial emancipador, que debe ponerse en marcha también en las sociedades desarrolladas. Estudioso y observador directo de los nuevos populismos latinoamericanos de izquierdas, el impulsor de Más País tiene en la cabeza un patriotismo “de la gente”, que no rechaza los elementos identitarios porque sabe que pesan más de lo que parece al poner una papeleta en una urna. Iglesias también ha hablado de este patriotismo alejado del discurso de las derechas.
 
No ha escogido Más España ni Más Nación. Errejón tiene gran vista comercial. La palabra país es bonita, no es tan solemne como las otras y evoca una realidad que tiene que ver con el paisaje más que con la política. El país es una postal física y humana, en la que las instituciones quedan en segundo plano. El país son las montañas y los ríos, los caminos y los pueblos, también las personas que viven y trabajan en un territorio. Cuando se habla de la nación, todo el mundo se pone en guardia y cuando se habla del país, todo el mundo se relaja. El añorado Labordeta hizo un programa de televisión, de notable éxito, que llevaba por título Un país en la mochila . El cantautor viajaba y hablaba con gente diversa de las Españas, y aquel tono amable y civilizado hacía pensar que habíamos superado todos los conflictos históricos de la Piel de Toro.
 
Crear un partido es tarea muy difícil. Admiro a los que lo hacen. La contemplación de ciertos dirigentes y cuadros de viejos y nuevos partidos me confirma en esta opinión, sobre todo porque cuesta mucho filtrar a los arribistas, los tontos, los fanáticos y los mediocres que encuentran la ganga en los aparatos. Dicho esto, si el nombre suena bien, media faena está ya hecha.

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