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Francesc-Marc Álvaro | ‘Sottogoverno’ y virus
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07 jul 2020 ‘Sottogoverno’ y virus

Un amigo que fue concejal durante unos años me recuerda la diferencia entre “estar en el gobierno y gobernar”. No es lo mismo. Se puede formar parte de un gobierno y acabar convertido en una perfecta ameba, hay casos acre­ditados al respecto. Pienso en ello a raíz de la nueva situación en la comarca del Segrià, donde los rebrotes de la Co­vid-19 han encendido todas las alarmas. Los gobiernos hacen política ­pero las políticas las aplican, sobre ­todo, los que integran lo que llamamos ­sottogoverno, esos que tienen un conocimiento más específico y concreto que los consellers o ministros de turno.

Sin un buen sottogoverno , cualquier administración falla. Por eso, como nos recordaba oportunamente ayer en estas páginas Josep Corbella, es un dato inquietante que la Agència de Salut Pública de la Generalitat, organismo encargado de la vigilancia epidemiológica, no tenga ningún responsable al frente desde el 28 de mayo, cuando dimitió por motivos de salud Joan Guix, un señor que era habitual de las ruedas de prensa durante el confinamiento, al lado de la consellera Vergés. Y es una información grave que –también Corbella lo recogía– no se hayan previsto medidas para las personas sin tarjeta sanitaria, dentro de una estrategia integral más allá del sistema sanitario, como señaló la OMS.

Un alto funcionario responsable tiene que actuar, aunque no reciba indicaciones claras

¿Estar en el gobierno o gobernar? ¿Dejarse arrastrar por los hechos o intentar anticiparse a ellos? ¿Tener miedo de la realidad o mirarla de cara? Es indudable que la gestión de la pandemia no es tarea fácil, los políticos han debido improvisar a partir de la visión de los expertos, cambiante y no siempre unánime. Las discrepancias cien­tíficas y las reyertas partidistas se han mezclado con una indecencia que hará época. Los gobernantes –serios o frívolos– han tratado de aprender sobre la marcha, a partir de la prueba-error, un método terriblemente insatisfactorio cuando las muertes se multiplican y los hospitales están a tope. En este contexto, la calidad del sottogoverno ha marcado la diferencia y ha sido el ámbito que ha soportado más presión. La paradoja es universal: un mal polí­tico puede limitarse a calentar la silla pero un alto funcionario responsable no tiene otra opción que actuar, incluso cuando no recibe indicaciones claras de aquellos que deben darlas.

El sottogoverno es la rótula entre la responsabilidad política y la respon­sabilidad en la gestión que llega al ciudadano. Pensaba que el desbarajuste lamentable que se produjo en las residencias de ancianos habría aportado algunas lecciones valiosas. He pecado de optimista.

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