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Francesc-Marc Álvaro | El pueblo, en casa
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11 sep 2020 El pueblo, en casa

Durante la jornada de hoy “el pueblo” del independentismo es una ausencia significante. Porque la mayoría se quedará en casa. Por fuerza mayor. La masa soberanista está ahí, pero habita ahora en el fuera de campo. El procés lleva mal el fuera de campo, porque lo que mejor ha hecho (lo único) es representar una revuelta, que no es lo mismo que hacerla. Sus dirigentes han pagado un precio muy alto por este teatro.
 
Sacar gente a la calle, la gran baza del nuevo independentismo. Manifestaciones multitudinarias pacíficas (salvo el exorcismo en llamas de Urquinaona) y un relato pegadizo, los dos éxitos del procés . Desde el 2012, cada 11 de Septiembre ha sido una prueba de esfuerzo para demostrar que una mayoría (menos, en las urnas) quiere divorciarse del Estado español. Y para demostrarse que la bicicleta sigue rodando. Performances para el Guinness, siempre obsesionadas con “la estética” y “la originalidad”, somos el país de Gaudí y del novecentismo. Esta Diada, la Covid-19 conseguirá lo que Madrid no ha logrado ni a porrazos: frenar y achicar la movilización independentista.
 
Con los partidos a la greña y los líderes empapados en reproches, salir a la calle aprovechando la fiesta nacional era y es un baño de autoestima y un ritual para exigir la ficción de “la unidad”. No podrá ser. Es tiempo de barbecho. La cosa viene de lejos. El catalanismo moderno nace con la política de masas, es una contracultura que aspira a convertirse en poder. Y en 1977 se forjó el mito de “un milió de segadors”. La calle, imprescindible. Chaves Nogales recoge lo que se dice tras la manifestación que, en 1936, recibe a Companys cuando sale de la cárcel: “A nuestro pueblo le entusiasman estas grandes paradas de la ciudadanía. No sabe pasar muchos meses sin provocar alguna. Pero acaso entre una y otra, aunque solo mediasen tres o cuatro meses, tendría alguien que preocuparse de rellenar el tiempo con una tarea que tal vez no sea del todo superflua: la de gobernar, la de administrar, la de hacer por el pueblo algo más que ofrecerle ocasión y pretexto para estos deslumbrantes espectáculos”.
 
¿Cómo compensará el independentismo esta ausencia? Con la sobreactuación de Torra, Paluzie y los que añoran el momentum mágico. Y con el constante intercambio de puñetazos entre unos y otros.

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