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Francesc-Marc Álvaro | Armonización independentista
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30 nov 2020 Armonización independentista

En solo ocho años, el catalanismo/independentismo ha pasado de intentar tener una financiación lo más parecida posible a la de los vascos y navarros a promover la armonización fiscal autonómica con el argumento de detener el dumping fiscal de la Comunidad de Madrid. Es un cambio de enfoque que sorprende. Y una apuesta de ERC que puede acabar limitando seriamente los márgenes de maniobra del futuro Govern de la Generalitat. Es una jugada arriesgada.
 
La palabra armonización ha sido, hasta ahora, tabú para el nacionalismo catalán. Los veteranos todavía recuerdan la Loapa (ley orgánica de Armonización del Proceso Autonómico), impulsada por la UCD de Suárez con apoyo del PSOE, un proyecto que el TC vació, finalmente, de contenido, de acuerdo con los argumentos de las autonomías vasca y catalana. Era un plan que generó tensiones entre los socialistas catalanes y González.
 

¿Por qué los republicanos han entrado en este jardín y no han imitado en esto a EH Bildu?

 
El partido de Junqueras está dispuesto a ser clave en la gobernabilidad española, de acuerdo con el camino que se abrió cuando prosperó la moción de censura contra Rajoy. Si los posconvergentes dejan libre un gran espacio de juego, ERC aterriza en él para obtener lo que pueda. Mientras Catalunya forme parte de España, los partidos catalanes han de tener presente la sentencia de Joan Fuster: “Toda política que no hagamos nosotros, será hecha contra nosotros”. Peix al cove desde el independentismo. En cambio, cuesta más de explicar que ERC deba ser el ariete de la armonización fiscal, abriendo así un frente que podrían liderar otros, por ejemplo, los socialistas valencianos, con Ximo Puig al frente. ¿Por qué los republicanos han entrado en este jardín y no han imitado en esto a EH Bildu? Los partidos vascos no participan del régimen fiscal común. La medida –que forma parte del acuerdo sobre los presupuestos entre ERC y el Ejecutivo de Sánchez– ha encendido algunas alarmas, no solo entre la derecha de la capital española. Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso, ve bien la iniciativa, pero advierte que podría derivar en “una tentación para contradecir el concierto económico”. La paradoja es que Otegi ha tenido un ascendiente notable sobre los republicanos durante el proceso negociador de los presupuestos.
 
El 20 de septiembre del 2012, Rajoy recibió en la Moncloa a Artur Mas y le dejo claro su “no” más rotundo a un pacto fiscal “en la línea del concierto vasco”, que era la expresión que utilizaba el entonces president de la Generalitat. Durante la Diada, pocos días antes, se había constatado que la mayoría de asistentes a la manifestación coreaban eslóganes a favor de la independencia, no de la nueva financiación. Del dumping fiscal de Madrid nadie decía nada. Después, Mas convocó elecciones y todo se aceleró.
 
De Mas a Aragonès, de CiU a ERC, de Rufián a Duran Lleida, del català emprenyat al post- procés y la pandemia. Parece que la ficha vuelve a la casilla de salida. Hablamos otra vez de dinero. Eso vincula los republicanos a una eventual reforma española a gran escala. ¿Ha prometido Pedro Sánchez a ERC algo (no escrito en los presupuestos) que esté a la altura del envite?

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