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Francesc-Marc Álvaro | Cipolla en la ‘rave’
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07 ene 2021 Cipolla en la ‘rave’

Cuando conocí la noticia de la rave celebrada en una nave industrial de Llinars del Vallès, recordé la primera de las leyes fundamen­tales de la estupidez humana, que formuló el historiador Carlo M. Cipolla: “Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo”. La estupidez no entiende de modos ni de vestuarios: los estúpidos pueden aparecer con sudadera de capucha y también pueden presentarse con americana y corbata en una cena montada por el establishment; en este caso, la estética del estúpido ha sido la de la falsa rebeldía a partir de cuatro pastillas, música a todo volumen y pose de zombi simpático.
 
Alguien colgó una especie de manifiesto de protesta contra la intervención policial en una pared de la nave donde tenía lugar la rave . Es una proclama digna de estudio, que acaba con dos frases que revelan un pensamiento muy elaborado: “El sistema no funciona. Hora de salir!!!”. Aparte de la rareza de los tres signos de exclamación, cuesta saber qué significa exactamente “hora de salir”. ¿Salir del sistema? ¿Salir de la rave ? ¿Salir de Llinars? ¿Salir de uno mismo? La calculada ambigüedad del lema indica que detrás de esta iniciativa quizá hay una mente preclara, alguien que tiene muchas cosas que decir. Alguien dotado también para la poesía. Fíjense: “En este momento la freeparty es un símbolo de libertad y vida. Un grito potente. Un respiro profundo”. Fraseología que puede servir para vender cervezas como para pedir el voto. Catalunya no va sobrada de liderazgos, animo al autor o autores de este programa –lo llamaré el manifiesto de Llinars –a probar suerte en los comicios del 14-F, cabe todo el mundo.
 

Aquí lo queremos todo: el desalojo inmediato de la fiesta, pero como la salida de una guardería

 
Más allá de la rica literatura política que ha generado este aquelarre, las enseñanzas de ­Cipolla resonaron nuevamente en mi cabeza al ver por televisión al pobre director general de los Mossos d’Esquadra, Pere Ferrer, intentando explicar –desde el lugar del show– que la actuación policial sería dura y suave a la vez, que sería –para resumir– muy catalana. ¿Fuera de juego? Según el historiador italiano, que los estúpidos no sigan las reglas de la racionalidad provoca dos cosas: “a) generalmente el ataque nos coge por sorpresa; b) incluso cuando se tiene conocimiento del ataque, no es posible organizar una defensa racional, porque el ataque, en sí mismo, carece de cualquier tipo de estructura racional”. En días así, es cuando muchos –independentistas también– lamentan que la Generalitat tenga competencias policiales. Hobbes tiene mala prensa en Catalu­nya, incluso para frenar un daño al interés general. Aquí lo queremos todo: que desalojen la fiesta inmediatamente, pero como la salida de una guardería.
 
Este episodio de la rave, con su escenografía vagamente apocalíptica y el contrapunto de la comprensible indignación de los habitantes de la comarca, daría para una miniserie de Netflix sobre los límites invisibles de la aplicación de las leyes cuando la pandemia se traduce en comportamientos sin lógica alguna (fuera del capricho de poner en riesgo la propia vida y la de todo el mundo). Será difícil que alguien sea condenado por estos hechos, la juez no ve delito contra la salud pública, algo que nos recuerda que la realidad a menudo desborda las leyes. Además, los participantes extranjeros –que no eran pocos– ya deben estar muy lejos. Y aquí paz y después gloria. Si nos ponemos posmodernos, quizá acabaremos diciendo que “la rave de Llinars no ha tenido lugar”, imitando el título de un libro de Baudrillard.
 
En cambio, los penosos reproches entre departamentos del Govern a raíz del caso (más el tuit de Borràs pidiendo una “actuación firme” al conseller de su mismo partido) deberían tener tratamiento de sainete más que de teleserie. “El estúpido es más peligroso que el malvado”, Cipolla dixit .

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