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Francesc-Marc Álvaro | Junts ya no puede abrir el baile
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15 feb 2021 Junts ya no puede abrir el baile

El partido de Carles Puigdemont pretendía repetir el éxito de las elecciones del 2017, pero no lo ha logrado, por muy poco. ERC le ha pasado por delante y, por lo tanto, alcanza el primer lugar en la prelación del bloque independentista, que no debe confundirse con una hipotética hegemonía. ¿Qué significa eso? Que son los republicanos los que tienen ahora la responsabilidad de abrir el baile para forjar un pacto de gobierno y los que pondrán president esta vez, no son cosas menores. La pugna insomne entre independentistas no se ha resuelto y, además, persiste en un escenario donde el PSC ha obtenido un buen resultado y ha ganado en número de votos.
El partido de Carles Puigdemont pretendía repetir el éxito de las elecciones del 2017, pero no lo ha logrado, por muy poco. ERC le ha pasado por delante y, por lo tanto, alcanza el primer lugar en la prelación del bloque independentista, que no debe confundirse con una hipotética hegemonía. ¿Qué significa eso? Que son los republicanos los que tienen ahora la responsabilidad de abrir el baile para forjar un pacto de gobierno y los que pondrán president esta vez, no son cosas menores. La pugna insomne entre independentistas no se ha resuelto y, además, persiste en un escenario donde el PSC ha obtenido un buen resultado y ha ganado en número de votos.
 
Se han invertido los papeles. Las siglas dirigidas desde Waterloo ocupan ahora el lugar que tenían los republicanos en el ejecutivo presidido por Quim Torra. Pero, más allá de las sumas y las restas, incluso más allá de los liderazgos institucionales, hay una enorme dificultad para poder reeditar un gabinete independentista: republicanos y junteros representan dos estrategias contrapuestas y definen vías que son de difícil cohabitación, como se ha visto durante los últimos años. Añadamos a todo eso la actitud absolutamente diferente que mantienen ERC y Junts en Madrid, un elemento clave de la cohesión de cualquier compromiso programático Catalunya endins , dado que –en teoría– la interlocución con Pedro Sánchez será indispensable, y no solo en torno a los indultos de los dirigentes presos y la mesa de diálogo.
 

Puigdemont encarnó la respuesta al Estado; Borràs ha alimentado las brasas de la vía unilateral

Hemos llegado a estos comicios después de muchos meses de erosión aguda de las relaciones entre ERC y Junts, con constantes reproches y maniobras cruzadas de desgaste. Viniendo de donde venimos, se hace difícil pensar que estos actores serán capaces de deshacer los nudos y ofrecer un programa de gobierno lo bastante sólido y creíble, incluso si este se cocina bajo una lluvia de llamamientos intensos y emotivos en favor de “la unidad independentista”.

La campaña de Laura Borràs no ha sido la que hizo tres años atrás Puigdemont. Mientras que el expresident encarnó la voluntad de respuesta a la represión del Estado en un clima de alta polarización, la candidata ungida por Torra y avalada por las primarias ha intentado alimentar las brasas retóricas de la vía unilateral en una etapa de pandemia y repensamiento estratégico del soberanismo. Por otra parte, las escisiones del PDECat y del PNC –a pesar de no haber conseguido ningún escaño– también han influido negativamente en el espacio liderado por Puigdemont.

El independentismo sigue teniendo mayoría parlamentaria, pero está más dividido que nunca. Y la pregunta del millón: ¿hasta qué punto Junts aceptará el liderazgo de Aragonès con un margen de votos y escaños tan pequeño?
Se han invertido los papeles. Las siglas dirigidas desde Waterloo ocupan ahora el lugar que tenían los republicanos en el ejecutivo presidido por Quim Torra. Pero, más allá de las sumas y las restas, incluso más allá de los liderazgos institucionales, hay una enorme dificultad para poder reeditar un gabinete independentista: republicanos y junteros representan dos estrategias contrapuestas y definen vías que son de difícil cohabitación, como se ha visto durante los últimos años. Añadamos a todo eso la actitud absolutamente diferente que mantienen ERC y Junts en Madrid, un elemento clave de la cohesión de cualquier compromiso programático Catalunya endins , dado que –en teoría– la interlocución con Pedro Sánchez será indispensable, y no solo en torno a los indultos de los dirigentes presos y la mesa de diálogo.
 

Puigdemont encarnó la respuesta al Estado; Borràs ha alimentado las brasas de la vía unilateral

 
Hemos llegado a estos comicios después de muchos meses de erosión aguda de las relaciones entre ERC y Junts, con constantes reproches y maniobras cruzadas de desgaste. Viniendo de donde venimos, se hace difícil pensar que estos actores serán capaces de deshacer los nudos y ofrecer un programa de gobierno lo bastante sólido y creíble, incluso si este se cocina bajo una lluvia de llamamientos intensos y emotivos en favor de “la unidad independentista”.
 
La campaña de Laura Borràs no ha sido la que hizo tres años atrás Puigdemont. Mientras que el expresident encarnó la voluntad de respuesta a la represión del Estado en un clima de alta polarización, la candidata ungida por Torra y avalada por las primarias ha intentado alimentar las brasas retóricas de la vía unilateral en una etapa de pandemia y repensamiento estratégico del soberanismo. Por otra parte, las escisiones del PDECat y del PNC –a pesar de no haber conseguido ningún escaño– también han influido negativamente en el espacio liderado por Puigdemont.
 
El independentismo sigue teniendo mayoría parlamentaria, pero está más dividido que nunca. Y la pregunta del millón: ¿hasta qué punto Junts aceptará el liderazgo de Aragonès con un margen de votos y escaños tan pequeño?

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